Overblog
Editer l'article Suivre ce blog Administration + Créer mon blog

* CHEMIN SCABREUX

 "Le chemin est un peu scabreux

    quoiqu'il paraisse assez beau" 

                                        Voltaire 

VISITEURS

compteur html

Publié par VERICUETOS

Sergio Manganelli, poeta argentino, publicado y traducido al francés por el blog de Vericuetos,  ganó el VII Certamen Bonaventuriano de Poesía y cuento que se realizó en la Universidad de San Buenaventura, Calí, Colombia. Poèsies de Sergio Manganelli,  Poesias de Sergio Manganelli

Sergio Manganelli

Por unanimidad el jurado concuerda en la alta calidad de los trabajos presentados por los 1139 participantes de 30 países: Venezuela, Francia, Argentina, Uruguay, Israel, España, República Dominicana, México, EEUU, Chile, Italia, Panamá, Colombia, Cuba, Perú, El Salvador, Costa Rica, Gabón, Ecuador, Honduras, Bolivia, Gran Bretaña, Costa de Marfil, Brasil, Malasia, Guatemala, Albania, Canadá, Suecia, Bielorrusia.  El jurado, integrado por tres prestigiosos creadores, docentes universitarios, escritores y promotores culturales: MAYDA BUSTAMANTE (CUBA/ESPAÑA), LUISA MARÍA GUERRA (CUBA/COLOMBIA), PEDRO MARIO LÓPEZ DELGADO (CUBA-COLOMBIA).

Decidió otorgar los siguientes premios y menciones: POESIA - PRIMER PREMIO :  POEMAS 31 Y 36
SERGIO MANGANELLI. BUENOS AIRES, ARGENTINA.

 

 

                                                                                              POEMA 31

 

 

Para ser claro,

renuncio a las frases alusivas,

a la caligrafía pálida

sobre el cuaderno mudo de las tumbas,

rechazo el podio hipócrita

de la bondad post mortem,

                                              y a esa memoria tan desmemoriada.                                         

 

Yo no quiero que apunten

en mi lápida la palabra yace,

                                                   me niego espeluznado.                                                

No anhelo ese cheque grosero

con el que expían de mármol de hospital

lo que siempre te negaron avaros.

 

Ni acepto que se luzca

bajo una lluvia

de mierda de palomas

ese verbo impiadoso

en tercera persona.

 

No le abro los postigos, 

ni a sus endebles secuaces

el adjetivo inerte

el  absurdo abatido

menos aún al  implacable muerto

-auxiliares morbosos de crónicas de sangre-

 prefiero que sentencien

se pudre

se funde

se disuelve

pero jamás

                                                                             yace.                                                                                

 

 Porque la muerte

puede sea otra cosa,

menos sucia y severa,

mejor que la tapa biselada y sorda,

quizás algo tan simple

como tumbarse al sol,

sobre el pasto o la arena

en una tarde franca y sin ruinas,

con vino y con regazo,

 y sonrisas con huella

y dialecto de besos

y un murmullo entrañable

que recite poemas.

 

Quizás yacer

no sea esa quietud

de corazones secos,

ni el sueño, ni el olvido,

sino un íntimo zafarrancho,

un arrebato de vida sin permiso,

un insomnio de goce,

con marea de lluvia

 y peces sin abismo.

 

Una muchacha fresca,

pechos de hierbabuena, 

que te besa la ausencia

sin placebo y sin pena.

 

Ojalá no sea

el hartado celeste

de los castos y  pulcros,

tampoco el infierno ceniza,

el hoyo de un ambiente

con renta anticipada,

sino jugar rayuela

hasta llegar al cielo,

y que don dios gorrión

disponga tiernamente:

“levántate y vuela”.

 

Puede que signifique

cerrar la vida apenas,

como quien deja un libro,

hasta que en una noche

de miedo a la  tormenta,

o duda desvelada,

lo hojeen conmovidos,

esos ojos más nuevos

que guardan mi mirada.

 

                                     Sergio Manganelli

 

 

   POEMA 36


Ahora que ya

no guardo prisas,

ni azares de primera mano,

ni cumbre a plazo fijo,

ni coartada idiota,

o amuleto feliz

contra el olvido,

ni besos desayuno,

ni graffitis de amor

sobre muros de trigo.

 

Justo cuando

se duerme mi desánimo

la siesta del domingo

y el carrusel de insomnios

se abstiene de sortijas,

ahora que mi rencor

anda descalzo,

que las nueces son mucho más

que médicos  y  ruido.

 

En este tiempo

en que las bienvenidas

tiemblan en los espejos

y el pasado nos pica

como un cuervo de exilio.

 

Precisamente ahora

en que ya no soy huésped

debajo tu piel,

ni miel bajo tu ropa,

me afiebra el horror cotidiano,

mientras aguardo turno

en la antesala del miserable destino.


Recién en esta tarde

de muelle sin pañuelos,

silencio sin conjuros,

plumas huérfanas,

ojos sin deseo,

acupuntura torpe

contra el miedo,

mayo sin poesía,  

soledad y trapecio.

 

En esta hora

que no transmite nada,

este rato perdido,

sin cuerda en el reloj,  

pantano de las emociones,

arena y espejismo.

 

Esta calle desolada,

este latir sin sangre,

esta hiel y este frío.

 

Acabo de descubrir

una paloma sin rumbo

que me anida en la puerta,

un caracol de lluvia,   

reproduciendo el eco

de un dolor repetido.

 

                                                          Sergio Manganelli

 


POEMA 37

 

Hay que tener cuidado

de no tropezar con un domingo,

sobre todo a las siete de la tarde.

 

Que ese día no te rocen

las hebras de la telaraña,

o la espina flamante

 de un antiguo dolor.

 

No bebas

ni la copa turbia,

ni el café espeso

de la pena arbitraria.

 

Ni se te ocurra

desempolvar ayeres.

  O almorzar pesadillas.

  Es terrible el domingo,

con su santificada soledad

y ese desamparo de séptimo día.

 

Parece que Dios

tiene cerrado su shopping de milagros.


  Nunca tropieces con esa jornada feroz,

sobre todo en sus tardes homicidas,

cuando tus ojos se vuelven pozos

que pueden ahogarte para siempre.

 

Jamás le des la espalda

a la tristeza un domingo,

mucho menos si tras la puerta

viene cayendo el sol.

 

Te matan sin pudor.


  Son días despiadados.


  Nunca tropieces con un domingo

                                     mucho menos a la siete de la tarde.


                                                       Yo sé lo que digo.

                                             

                                                           Sergio Manganelli

 

 

 

Sergio Manganelli nació en Haedo, Provincia de Buenos Aires, Argentina,el 28 de febrero de 1967. Reside actualmente  en San Antonio de Padua, al oeste del conurbano bonaerense. Sus poemas y artículos han sido publicados en una importante cantidad de diarios argentinos, de México, Colombia y España. Asimismo en revistas culturales y literarias de Argentina, Brasil,  España, México, Estados Unidos, Puerto Rico, Francia, Colombia, Venezuela, Chile, Cuba, Nicaragua, etc... Obtuvo entre 1991 y 1999 una treintena de premios y menciones en su país. Se encuentra trabajando en la edición de “Sangre de Toro” -poemas y banderillas-, que se editará inicialmente en Buenos Aires y posteriormente en España.  

Pour être informé des derniers articles, inscrivez vous :
Commenter cet article