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* CHEMIN SCABREUX

 "Le chemin est un peu scabreux

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Publié par Efer Arocha

Un adios para Silvana de José Martínez Sánchez

UNA NOVELA EN VETA DISTINTA

Por Efer Arocha

París, 3 de diciembre de 2014

 

El análisis literario exige, al abordar una obra, tener en cuenta todos los elementos que la constituyen empezando por la carátula. El título cuando es acertado es una de las claves para descodificar una creación. Sin embargo, lo más difícil en un entramado literario es hallar sus verdaderos significantes estéticos, los cuales en ocasiones resultan no ser conscientes hasta para los mismos autores, puesto que es un derivado de todo el conjunto escritural. No obstante, toda obra de arte, cualquiera que sea su género, tiene significantes literarios limitados y accesibles que son los elementes que permiten emitir juicio en la exigencia del rigor, donde no hay otros, sino ésos, y, no más que ésos.

En la novela corta del escritor colombiano José Martínez Sánchez, en el título, UN ADIOS PARA SILVANA, el lector no se encuentra con algo a la ligera, imprevisto o espontáneo, como sucede algunas veces con autores que no saben cómo nombrar su texto. En el caso, él hace parte de uno de los personajes en función no conceptual, sino en su forma narrativa, con significantes abiertos a disposición de la imaginación del lector.

En la primera página, en el primer párrafo; el estudioso descubre de manera inmediata que está frente a un escritor robusto y líneas bien maceadas por el autor, en razón de lo que está leyendo; aflorado en la depuración al elaborar la frase y al tratamiento que le da al párrafo, la concatenación de significantes y el caracoleo musical que exige el deleite de la palabra bien escrita. Elementos que se sostienen de una u otra forma, pero que se desvanece muy rápido en los componentes de la novela, para dar paso a una trama directa con rasgos descarnados.

El autor haciendo uso de cierta técnica del cuento, en lo que concierne al hecho de contar sucintamente y de estructurar, elabora el numeral I hasta XXVI, ejes impecables que son pilares constituyentes de la brevedad. José en el anterior recurso se revela en tanto que creador lúcido, la literatura en uno de sus aspectos es la condensación de su tiempo. El ser humano de hoy, es una unidad breve e intrascendente por lo circunstancial vivencial, donde la velocidad .ha instalado sus dominios, y ya no nos permite ni siquiera digerir las innovaciones cotidianas como paradoja del progreso. Nuestros choznos tenían ese inmenso deleite hoy desaparecido, de mirar el tiempo, rumiarlo y lo que era extraordinario, ascender al placer de leer, por el solo leer; goce estético indudable.

La economía hace presencia en el mismo momento en que el escritor verdaderamente moderno empieza su primera página. Resultado escritural que tiene efectos colaterales, incluidos algunos en apariencia distantes como es el caso de las herramientas de la crítica literaria del siglo XX, la mayoría de sus constituyentes son hoy elementos anacrónicos por su inutilidad, a causa del hilvanar distinto de las nuevas generaciones. Aquí encontramos otro acierto de Martínez; en sus 159 páginas el lector podrá constatar la exigencia de la economía; empezando por el contar en forma veloz y de manera directa simple y sencilla. Mediante ráfagas de tinta, los vocablos se articulan a un engranaje como lo hacen las piezas de un motor en el que nada sobra o falta a causa de la precisión. Por esto, José no hace uso de la ambigüedad, categoría de gran valor en la crítica clásica, debido a que permite la interpretación polisémica. El texto que me ocupa es todo lo contrario, anti-polisémico, significante literario que era antes un elemento negativo en el texto actual de ruptura es ahora una cualidad. El novelista de hoy que trabaja la brevedad, está obligado a sintetizar, comprimir al máximo; causa que da nacimiento a su cualidad de narrador; en oposición al autor de novela clásica, quien gozaba de espacio a voluntad trabajando por acumulación, de ahí que no necesitaba narrar sino describir, asunto que se encuentra  prácticamente en las dos últimas obras de este tipo: La Montaña Mágica y En Busca Del Tiempo Perdido. Remontando el pretérito se hallan novelas kilométricas de varios tomos en los que la descripción por sí misma es un valor estético; es el caso de Las Tabletas Del Judío Errante, de Edgard Quinet, y la novela Jean Barois, de Roger Martin du Gard.

La calidad de Martínez narrador, se encuentra de inmediato en la metodología empleada en la construcción de los personajes; en este punto surge una aclaración indispensable. Las categorías que he venido empleando no son herramientas de la filología o de la lingüística ni tampoco del círculo de lingüistas de Moscú, derivados de la escuela de Fortunatov, encabezada por Roman Jakobson dando origen a la escuela formalista, la cual hizo un gran aporte a la crítica literaria al introducir las categorías de contenido y forma, ellas no las uso en el presente trabajo.

En la obra de Martínez la economía en la creación del personaje es total. Un ejemplo, el lector lo encuentra en la presentación de Silvana. “Hace unos años cuando regresé con la esperanza de ver morir a Silvana, pero ella continuaba firme como una fiera inmensa descansando sobre los excrementos de su propia perfidia”; en el texto no hay otros elementos de alusión directa. La idea del personaje se alcanza a bosquejar en los roles de la trama. El lector es obligado a imaginar su propia Silvana en tanto que personaje en la dimensión de sus gustos, cuerpo y características femeninas. Lo mismo sucede con los demás personajes.

El tema, visto desde la perspectiva  futurista,  es a mi juicio el acierto mayor del autor. En Colombia lo auténticamente popular, es una cantera inexplorada por la literatura de calidad. Sus grandes obras siguen a la espera de ser abordadas en razón de que la escritura refleja las asimetrías sociales que constituye la nación.

La veta de los significantes populares en la obra hace presencia en la fenomenología de la migración campo- ciudad. Ella es invisible en lo más visible; en Medellín se encuentra en la mezcla de cemento del edificio “Coltejer”, y en Bogotá, en los ladrillos de la arquitectura de Carmona. Sudor y manos callosas de seres venidos desde las montañas han forjado lo urbano de manera permanente y como siempre en forma anónima; nadie conoce ni sus nombres ni sus apellidos.

UN ADIOS PARA SILVANA, en cuanto a espacio está situada en el cañón del río Arma en Antioquia, y luego en la zona urbana, fundamentalmente en Medellín que es el espacio principal del texto. En lo concerniente a lo temporal, el tiempo cronológico es inexistente. Por el contrario, el tiempo narrativo en el que se desenvuelve la acción o el protagonista, sí hace presencia pero no de manera sobresaliente.

El rol de los personajes lo determina el estatuto de cada cual, donde el lector descubre sin esfuerzo una clara separación entre protagonistas principales y secundarios. Entre los principales se encuentran Silvana, Harold, Esteban, Casadiego…, y secundarios como Eva Galarza, Josefina Balbín… Un aspecto que llama la atención por el tema, es que la novela no tiene ni niveles de lenguaje o texturas diferentes. El lector identifica al personaje en su dimensión sociológica, no por la forma de hablar, sino por la forma de lo que hablan. La acción del protagonista es muy corta y lo que es verdaderamente interesante es la velocidad que le imprime a los hechos. Este rasgo la emparenta con el cine. Lo último la conecta con una de las grandes obras de la literatura latinoamericana, Pedro Páramo.

No obstante todo lo anterior, la esencia de la novela sigue oculta. Al ser un escrito artístico dedicado a un sector de la población que por su espacio en el seno de la sociedad colombiana se ubica en la franja de la pobreza, marginalización y todo lo que se quiera, realidad que le imprime un sello innegable de lo popular; sin embargo, no es lo popular por ser popular, lo que le imprime el significante esencial, si fuera así, el tema en arte sería una categoría definitoria. Y esto no es cierto en ninguno de los casos. Pero no se puede negar de manera contundente el papel del tema en el campo de lo esencial. Él define un rasgo de lo general esencial, como es en el caso de UN ADIOS PARA SILVANA. Sin embargo, el tema como elemento imprescindible de toda creación, es apenas un elemento constitutivo pero nada más.

Lo cognitivo estético no lo encuentra el lector en las distintas partes narradas, ni tampoco en el anterior análisis, el que resulta necesario para lograr descubrir la esencia textual. La herramienta apta para develar el valor estético inasible en las partes, sale a la superficie haciendo uso de la interrelación de los distintos elementos que constituyen el cuerpo escritural que José Martínez Sánchez ha creado, y se manifiesta en el dolor que producen las cadenas de la miseria de todos los que viven la marginalización, producto del desplazamiento espacial, que en términos de la estética se categoriza en el plano de la esencia en los constituyentes de lo trágico.

 

 

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Excelente lectura del crítico Efer Arocha de la novela Un adión para Silvana que leí y me llamó mucho la atención el manejo del espacio y la construcción de sus personajes que nunca cae en lo localista de un lenguaje de barriada, el lector entiende las circunstancias difíciles del desplazamiento en su ritmo verbal del autor. Felicito a José Martínez
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Excelente lectura del crítico Efer Arocha de la novela Un adión para Silvana que leí y me llamó mucho la atención el manejo del espacio y la construcción de sus personajes que nunca cae en lo localista de un lenguaje de barriada, el lector entiende las circunstancias difíciles del desplazamiento en su ritmo verbal del autor. Felicito a José Martínez
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