Porfirio Barba-Jacob, periodismo México, suite 4
El Fierabrás y nada más fue un semanario que todo parece indicar se publicó en ciudad de México entre fines de 1918 y principios de 1919. Es muy posible que sea en 1918. Para nuestra investigación la publicación reviste carácter interesante porque estaba dedicada a la poesía y a manifestaciones del arte y de la cultura. Hemos encontrado referencias que el poeta la hizo simultáneamente cuando trabajaba en el periódico El Pueblo. Sobre su financiamiento hay dos versiones, una que la erogaba Manuel Aguirre Berlanga tal como financiaba con dineros del Estado otras publicaciones; la otra sostiene que sus gastos se cubrían con el dinero de un grupo de abogados poderosos que eran escritores y poetas, en el cual había personas adineradas de otras profesiones que eran también poetas o narradores. En cuanto a la prueba real de su existencia no pudimos establecer una fuente que nos aportara elementos sólidos. Todo lo que se encontró fueron referencias de su existencia. Una de tantas, es la publicación de los poemas de Rafael Arévalo Martínez y la presentación que se dice hizo Barba-Jacob en el Fierabrás y nada más. Está citada por Teresa Arévalo en la obra de Rafael Arévalo Martínez, 1884-1926, editada en Guatemala en la Tipografía Nacional, en 1971, la cual a su vez es citada en la obra crítica de la colección Archivos, sobre Rafael Arévalo Martínez. (79)
Fernando Vallejo en su biografía plantea que la publicación se hizo en 1918 y señala que la opinión que tenía el poeta sobre El hombre que parecía un caballo, la publicó por primera vez en el Fierabrás y nada más. Existen otras pruebas que tienen el mismo caracter de las mencionadas, por esto no las reseñamos. De nuestra parte consideramos que la publicación existió porque los indicios nos permiten afirmarlo. Como se trataba de una publicación de esencia cultural no tuvo la repercusión ni la dimensión que se logra en la prensa informativa que es de gran circulación. Las publicaciones especializadas tienen un carácter silencioso y en un buen número de casos pasan inadvertidas, hasta en los círculos que se presumen interesados. En otros, no dejan rastro en razón de que en los registros oficiales no tienen espacio porque no han sido consideradas. El Fierabás y nada más nació en pleno bochorno revolucionario que no es un ambiente propicio para dedicarse a leer metáforas o detenerse en el verso, por ello la carencia de memoria es el resultado del tiempo en que existió.
En México su pluma brilló y feneció
En México Porfirio Barba-Jacob logró el pináculo de la profesión de periodista. En varias ocasiones fue considerado el primer profesional en su área, cuando no ocupaba este sitial de honor se encontraba entre los de la primera línea. Trabajando acumuló los odios de presidentes, ministros, millonarios, embajadores, colegas de profesión, revolucionarios y de todos aquéllos que fueron el blanco de sus críticas. En la proporción que era odiado tenía la misma gama de simpatizantes y amigos de los antes nombrados. Un grupo que supera en miles de veces el de sus amigos y enemigos, que le permitió salir avante en los momentos más aciagos, fue el de sus lectores donde no se excluían hasta sus enemigos más acérrimos. En la publicación en la que escribía Barba-Jacob su tiraje aumentaba de inmediato, dominaba el secreto para emplear la palabra precisa que el titular o la frase periodística exige, cargándola además de cierta atmósfera poética con lo cual le imprimía un tono agradable a la información, cualquiera que fuese el tema. Es el caso de la ocasión que fue reportero de la “Crónica roja” en El Demócrata en 1921. Una mujer de vida licenciosa fue horriblemente asesinada. El poeta le hizo hacer al ilustrador del diario una especie de retrato de una joven de cara asustada y ojos abiertos, puesta sobre una daga cuya empuñadura simboliza la pata de Satanás, y en un título de grandes caracteres se lee: “Junto al Panteón francés fue apuñaleada ayer en la madrugada una ajada flor de cabaret” y luego relata los hechos en una prosa poética como si se tratara de una acción de ficción. En el anexo incluimos fotocopia de una hoja de la crónica.
En su condición de periodista hay muchos ejemplos de la generosidad con sus detractores y enemigos. Uno que merece ser tomado en cuenta, es el que se refiere a Plutarco Elías Callles, causante de la expulsión del poeta de México, hecho que le causó enorme daño y que lo mantuvo en el destierro de su patria adoptiva, durante casi una década. El 2 de junio de 1936, por esos azares de la vida política, le correspondió a Barba-Jacob analizar las causas y los efectos de la expulsión del general Calles. En el “Perifonema” correspondiente a este día, encontramos a un Barba-Jacob desconocido, porque el texto es completamente neutral, escrito en un lenguaje de mesura por una persona ajena a los hechos que analiza y sobre personajes que da la impresión no haber tenido nexo o conocimiento en el plano personal. Transcribimos el aparte más duro, sobre el general Calles, a quien Barba-Jacob siempre lo consideró su peor enemigo, y por quien tenía un odio visceral:
[…] Calles, fuera del gobierno y ya sin la investidura convencional de “Jefe Máximo” de la Revolución, que le otorgaron en sus días de gloria los aduladores, era, sin embargo, una figura de singular relieve histórico. Y aunque no hubiese conspirado, representaba una especie de polo magnético que atraía a los descontentos de todos los matices. Por eso, al saber que un trimotor le llevaba al exilio, el público experimentó una sacudida de la cual no reacciona todavía. (80)
Sus amigos esperaban ese día leer corrosivas frases, portando zahirientes saetas en un lenguaaje metálico, goteando los ácidos de la venganza. Y no sin razón, porque nadie mejor que ellos conocían a cabalidad los efectos desastrozos, causados por Calles sobre la humanidad del poeta. En el párrafo de Barba-Jacob encontramos un leve placer, muy propio de una venganza azucarada que puede calificarse de dulce, pero nada más.
UN ZOPILOTE EN CENTROAMÉRICA: Primer viaje a Guatemala 1914
En ese ir y venir de un lugar a otro y sin ningún rumbo fijo, el poeta entró a Guatemala por primera vez en 1914, en compañía de Carlos Wyld Ospina, procedente de México. Las multitudes enardecidas de carranzistas habían destruido el periódico Churubusco, publicación incisiva de la oposición, que él fundó y dirigía.
La estadía de Porfirio Barba-Jacob en Guatemala en el primer viaje, fue de un lapso corto, ambientado siempre por el periodismo y la poesía. Empezando por el momento en que atravezó los límites entre México y Guatemala. Sobre esto hay una anécdota recogida por Arévalos Martínez y citada por Hugo Cerezo Dardón:
“Al pasar el Suchiate, línea divisoria con Guatemala, vio un zopilote parado sobre una islita en medio del río, y profirió exultante:
¡He aquí un zopilote internacional” (81)
Dirigía la vida política de Guatemala, el presidente Manuel Estrada Cabrera, el cual en opinión de la crítica política, gobernaba con métodos dictatoriales. No obstante, que el gobierno de Manuel Estrada Cabrera no daba ningún estímulo al arte y a la cultura; la literatura y las artes plásticas lograron un desarrollo vigoroso en un terreno estéril en materia de política cultural. En literatura hacían presencia jóvenes que se consagrarían a diferentes niveles como: Alberto Velásquez, Miguel Angel Asturias, José Rodríguez Cerna, Rafael Arévalos Martínez, Osmundo Arriola, Drago Bracco, Flavio Herrera… En música sobresalían los hermanos Jesús y Ricardo Castillo; en escultura se destacaba Rafael Yela Gûnther y en pintura Carlos Mérida y Humberto Garavito. Con todos los antes nombrados, Porfirio Barba-Jacob estableció relaciones de carácter intelectual. (82)
En esa época Guatemala era una especie de faro intelectual para Centroamérica. Rubén Darío había publicado en este país la segunda edición de Azul, con un prólogo de Juan Valera. A la nación acudían los jóvenes intelectuales de las repúblicas vecinas: El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, inclusive de la República Dominicana. También suramericanos como José Santos Chocano, quien vivía en Guatemala. Había estado de visita reciente el poeta colombiano Julio Flórez, el español Juan Antonio Cavestany. Residía igualmente el pintor Jaime Sabartés quien fuera más tarde secretario del pintor Pablo Picasso. La importancia cultural del momento la destaca César Braña en un ensayo denominado “La generación de 1910-1914”. (83)
En esta primera estadía el poeta hacía reuniones literarias casi en forma permanente, donde se debatía a la manera de las tertulias literarias y luego se terminaba con una lectura o recitación cuidadosamente preparada. Transcribimos un párrafo de Hugo Cerezo Dardón donde hace referencias a ellas:
“En estas reuniones, Arenales pregonaba el culto externo de su arte literario y, antes de leer sus maravillosos versos, preparaba a los oyentes cuidadosamente. Revestía su palabra de ornamentos dorados. Acudía a los ritmos de los grandes evocadores recitando poemas de Rubén Darío, Salvador Díaz Mirón, Valencia, José Asunción Silva, Lugones… Y cuando estaban presos de misterioso encanto, leía sus estrofas. (84)
En el anterior párrafo encontramos cierta atmósfera de teatro para ambientar las lecturas en voz alta, que se confundían con la usanza poética de ese tiempo, la recitación. Barba-Jacob había aprendido, no por voluntad, sino por exigencias de ganarse el pan, los artificios que se necesitan para preparar la audiencia en un acto público, luego dar un segundo paso para cautivarla mediante el desarrollo de la presentación y finalmente hacerla entrar plenamente en el espectáculo. Logrado esto, trabajar para alcanzar la cima de la atención, donde lo emocional entra en efervescencia. En este momento saber terminar el acto.
En el instante de cortar el poeta fue un perito, sabía a cabalidad que la satisfacción del público constituye la clave de la reputación y el éxito. Podemos afirmar que estos dos aspectos eran importantes para Barba-Jacob, pero lo que a él le interesaba fundamentalmente era el estipendio que se derivaba de sus lecturas poéticas, en razón de que era una de las soluciones extraordinarias para el pago del hotel al fin del mes, cuando se habían agotado todos los recursos y no encontraba ninguna otra solución distinta para sacarlo de apuros. La poesía era su recurso final, como él lo decía. Sus lecturas públicas fueron siempre pagadas largamente en su tiempo, muchas de ellas por anticipación y algunas jamás las realizó. Los talleres literarios y sus lecturas que desde luego le encantaban profundamente, le servían como un campo de afinamiento en la preparación. A continuación citamos un párrafo de una lectura de Barba-Jacob, donde se habla de la entonación de la voz y la calificación que él da a sus propios poemas:
Obviamente los poemas leídos o pronunciados en voz alta corresponden a los escritos de 1902 a 1912: desde No tardes, No llores hasta El poema de las dádivas. Todos ellos con excepción de La estrella de la tarde fueron calificados como “naderías” por el poeta. Versos de juventud, inspirados en la naturaleza, en los recuerdos, en afectos juveniles: (85)
El nivel intelectual de Porfirio Barba-Jacob, fue considerado por sus contemporáneos, como enciclopédico. Al analizar sus crónicas periodísticas, editoriales, artículos de opinión, reportajes; todos ellos sobre una variedad de asuntos, hemos encontrado que el contenido de los temas tratados refleja sólidos y amplios conocimientos adquiridos en sus lecturas e investigaciones personales. Según informaciones de quienes lo conocieron fue un antropófogo de la lectura. Su autoformación le permitió alcanzar un nivel depurado en el campo intelectual. En razón de esto, implementó y se consolidó como conferencista. Sus intervenciones en este plano, fueron sobre materias muy variadas. Su paso por Guatemala nos ha dejado un documento que revela la cuidadosa preparación del material a exponer en forma pública, y el rigor metodológico usado para el orden temático. En una conferencia sobre literatura colombiana de la cual habla Hugo Cerezo Dardón, encontramos lo siguiente:
Además de las tertulias literarias ya citadas, Arenales ofreció una “Disertación sobre la literatura colombiana, en su tendencia trascendental y en su carácter regionalista”, como reza la invitación suscrita por José Rodríguez Cerna, Rafael Arévalo Martínez y Carlos Wyld Ospina, tres altos valores de la literatura guatemalteca. El acto tuvo lugar en el Salón “Olimpia”:
I. La tradición literaria de Colombia.
II. Los poetas mayores: de Julio Arboleda a Rafael Núñez.
III. Las corrientes modernas. Influencia de José Asunción Silva.
IV. Aparición de Guillermo Valencia.
V. Lucha entre el espíritu romántico representado por Julio Flórez y el espíritu innovador.
VI. Los jóvenes maestros: Victor M. Londoño, Luis C. López, Luis Tablanca, Francisco Valencia, Manuel Briceño y Leopoldo de la Rosa.
VII. El “Libro de los Nocturnos”, de Leopoldo de la Rosa.
VIII. El antioqueño en la poesía y en la novela.
IX. Consideraciones sintéticas. ¿Debe esperarse el advenimiento de un gran poeta nacional colombiano? (86)
No obstante, el reconocimiento artítico e intelectual que se percibe a través de las actividades culturales, y al espacio logrado como profesional del periodismo que hemos registrado en sus artículos diversos en Guatemala, Porfirio Barba-Jacob no se queda en la primera fase de los acontecimientos en los cuales participa, y muchas veces es su protagonista principal. El comportamiento de sociabilidad presenta matices distintos que son el resultado de los grupos que se forman en el seno de una comunidad. El agasajo que es una manifestación de acogida, muchas veces por su calor y regocijo, tiende a nublar al intelectual extranjero o al visitante fugaz, ofreciéndole una visión aparente de la realidad. Consideramos que este es uno de los rasgos importantes de la personalidad del poeta y una caracterización de su honradez intelectual. El veía a la nación guatemalteca en su esencia a través del desarrollo social, y fundamentalmente mediante el prisma de su libertad política. Acudimos directamente a un párrafo que condensa su pensamiento:
“En 1914 visité por primera vez la ciudad de Guatemala. El ambiente reverberaba de tiranía. El espíritu popular, no aherrojado, sino muerto, evocó en mí la visión histórica de las grandes dictaduras hispanoamericanas. Rosas, Melgarejo, Guzmán Blanco, García Moreno, despojados de todo cuanto en ellos fue un ímpetu nacionalista, fuerza de ordenación, capacidad de buscar una concordancia entre sus ideales y sus métodos de gobierno, parecían incorporarse en el limo de la tumba y venir aquí -a semejanza de espectros, con el corazón henchido de cóleras- para conjuntar sus potencias sombrías de déspotas en el pecho del déspota de Quetzaltenango”. (87)
Además de los contenidos políticos que se revelan en la cita anterior, y donde el poeta se refleja claramente como un defensor incondicional de los valores democráticos, encontramos en este corto párrafo una impregnación de lo que es su estilo literario. Esto está directo en el uso del término “despojados”, que es la cabeza donde empieza la frase de atmósfera poética, que se enlaza con la frase “ímpetu nacionalista”. Términos que empiezan a empujar los significantes hacia el oleaje del verso. Lo encontramos directo en la frase “fuerza de ordenación”, que ya está por fuera de los códigos de comunicación que caracterizan a la frase periodística, donde es exigencia que la palabra sea mensajera, portadora de códigos claros asequibles a la gama del lector corriente. La fuerza de la ordenación, exige al lector un esfuerzo para su comprensión que puede resolver por analogía textual en los materiales del mismo escrito, o haciendo uso del recurso expresivo de significados exteriores en relaciones contiguas, lo que en la retórica se denomina sinécdoque. Continuando con el uso de significantes que bordean lo literario, para luego encontrarnos ante una frase que reúne todas las exigencias para ser catalogada como un verso: “limo de la tumba”, seguido de “semejanza de espectros”, para ascender a lo que es un verso pleno, en todo el sentido poético: “con el corazón henchido de cóleras”. Aquí hallamos una metáfora que se puede identificar siguiendo los trazos tradicionales de la retórica latina por semejanza, o recurriendo a enfoques más actuales, que parten de la analogía existente entre la realidad significada, y el término real de la imagen evocada, o para ser más actuales, se puede recurrir también a los análisis de los mecanismos lingüístico de R. Jakobson, que definen la metáfora, no por términos de comparación, sino en términos de desplazamiento significativo. En este caso, el corazón es un corazón de cóleras, presentándose plenamente los dos caminos de la tesis de Jakobson, donde la traslación del significado tiene dos posibilidades diferentes; realizarse por el camino de la sustitución o por la vía de la asociación. “Hinchado y cóleras”, son materiales modelables para producir la imagen, que en este caso sería la que Dámaso Alonso denomina imagen impura, o G. Sobejano califica de metáfora simple o explicada.
Segundo viaje a Guatemala 1922
Que sea el poeta guatemalteco Rafael Arévalo Martínez el que nos informe de su segunda llegada a esta nación. Arévalo Martínez fue íntimo amigo de Porfirio Barba-Jacob y autor de una novela corta sobre el poeta, titulada El hombre que parecía un caballo, de gran éxito desde el día en que se publicó, la que hoy es considerada uno de los textos obligatorios de la literatura centroamericana y un libro reconocido por sus contenidos literarios en la literatura de lengua española.
[…] “Llegó a la Estación de los Ferrocarriles al día siguiente, hacia las 5 p.m., hora en que llegaba el tren de Ayutla procedente de México y no pudo evitar un movimiento de zozobra cuando vio descender de los carros a todos los viajeros sin que entre ellos apareciese su amigo.
“De pronto, divisó su figura que venía hacia él, elástica y llena de espíritu, su cara estaba iluminada con su burlona sonrisa habitual. Al acercarse observó mi padre que Arenales se presentaba como siempre: bien vestido, archielegante, con el traje de rigor en un viajero, y usando de aquel flexible junquillo, con puño de oro, que solía empuñar como un cetro, aunque no era más que un bastón” (88)
De este encuentro hay un hecho reseñado por Teresa Arévalo, el que según ella, pulió el nombre que pensaba usar en adelante. En la charla con su padre el poeta le dijo “que ahora se llamaría Porfiro”, a lo cual su interlocutor corrigió sugeriendo –Porfirio. Reseñamos el texto de Teresa Arévalo:
“-Oiga, Rafael: ya encontré otro nombre raro que nadie habrá de llevar más que yo para sustituir el de Ricardo Arenales, tan común aquí: BARBA-JACOB. Es luengo como una barba judía, extraño y misterioso…y por nombre de pila, Porfiro.
No -le contestó mi padre-, Porfiro no; ponga por lo menos un nombre de cristiano para que no crean que es la marca de un nuevo auto, y sobre esa sólida base castellana edifique todos los arabescos que quiera. Por ejemplo: llámese Porfirio, enseguida viene bien el Barba-Jacob”.
“Arenales aceptó, y comenzó a firmar en lo sucesivo con este nombre”. (89)
Sobre este seudónimo de Miguel Angel Osorio, ha corrido mucha tinta después de la muerte del poeta y no se ha logrado definir la causa que lo llevó adoptarlo. Hay una corriente que sostiene que el nombre de Porfirio lo tomó del célebre Presidente mexicano, por quien el poeta tenía enorme simpatía. Asunto que es completamente cierto. Son numerosos los artículos de prensa que Barba-Jacob escribió defendiendo la causa política de Porfirio Díaz. Después de su muerte defendió con igual ahínco al mandatario mexicano. En esto hay que tener en cuenta que el poeta era amigo personal del Presidente. Otra, argumenta que el asunto es puramente de sonoridad y en ese orden muchas más. En lo que respecta a lo que puede calificarse como apellido, la tesis judía es preponderante, empezando porque el poeta se consideraba descendiente de este grupo humano, y lo hacía sentir y lo defendía con orgullo. Esgrimía poderosos argumentos; uno de ellos es el de fenotipia. Hablaba de su nariz judía y de su condición de Ashaverus. Sin embargo, esto no es tan sólido puesto que es muy atrevido hablar de una nariz judía. Es posible que el poeta hablara de esto, a causa de que en su tiempo los judíos internacionalmente eran un pueblo discriminado y perseguido. En la región antioqueña tenía y tiene una significación de un valor social todo lo contrario. Allí significa luchador por el pan, industrioso y ambicioso en la fortuna. Entonces el ser judío es un argumento de choque como el de declarar públicamente su homosexualidad y demás comportamientos censurables para una América ultra católica. Lo importante de esto es que su apellido de Barba-Jacob, sí tiene una connotación judía que convierte su seudónino en algo atrayente y bello, que ha llamado la atención a escritores como Lezama Lima, quien hizo un rastreo para tratar de averiguar de donde el poeta había podido tomar tan preciosa perla, o como el que hiciera Pedro Gómez Valderrama, públicado parcialmente en un artículo. Escritor colombiano y prestigioso intelectual el que escribiendo sobre el tema dice lo siguiente:
Quise comprobar la cita que de Paradiso hizo el lector deEl Espectador, y es absolutamente fiel. Está situada (página 269, Ed. Era, México 1970), dentro del contexto de una conversación relacionada con la sexualidad y las herejías, en especial la de los cátaros, “que consideraban pecado todo contacto humano con la mujer”. Buscando cuales pudieron ser las fuentes de la información de Lezama sobre un oscuro heresiarca del siglo XVI, me encontré con la más ortodoxa, la de don Marcelino Meléndez Pelayo, en el primer tomo de su Historia de los heterodoxos españoles, (Biblioteca de Autores Cristianos–Madrid MCMLVI). Es conveniente advertir que pocas páginas antes de su texto sobre los de Barba Jacob, Lezama escribe en Paradiso (Pág. 256; “La crítica ha sido muy burda en nuestro idioma. Al espíritu espacioso de Meléndez y Pelayo, brocha gorda que desconoció siempre el barroco, que es lo que interesa de España y de España en América es para él un tema ordalía, una prueba de arsénico y de frecuente descaro…”.
Pues bien, don Marcelino, en su Historia (Tomo I, Pág. 656-657) da varias informaciones sobre el primer Barba Jacob. En los albores del siglo XVI hubo un proceso inquisitorial en Barrcelona, en el cual se juzgó a Mossén Urbano, “natural de la diócesis y ciudad de Florencia”, hereje y apóstata famosísimo, el cual publicó una y muchas veces que un cierto Barba Jacob, que andaba vestido de saco como el dicho Urbano, fingiendo observar la vida apostólica y haciendo abstinencias y ayunos reprobados por la Iglesia,[…] (90)
Porfirio Barba-Jacob que a partir de su estadía en Barranquilla, lugar donde comenzó a convertirse en un lector con tintes de investigador, adquiriendo el hábito de tomar notas, copiar citas, hurguetear libros empolvados y apolillados, los que jamás lograron cautivar a ningún lector, eran verdaderas joyas para el poeta, como consta en su estadía en Nueva York, y que ampliamos en el epacio dedicado a su permanencia en esa ciudad, donde comprobamos que se había trasladado a vivir directamente a la Biblioteca, sin salir durante semanas a darse un paseo por las calles adyacentes para no perder tiempo. Es seguro que Barba-Jacob tomó su apellido de los mohosos anaqueles de la historia. Debemos agregar a esto, que buena parte de sus ingresos los invertía en comprar libros, llegando a ser poseedor de una biblioteca que alcanzó los diez mil volúmenes, pérdida en México a causa de su vida azarosa. En cuanto a su nombre, damos credibilidad a lo manifestado por Teresa Arévalo. Sin embargo, lo importante es que Porfirio Barba-Jacob va a reemplazar a Ricardo Arenales, porque éste último es el recuerdo revelador de la vida anímica que en ese momento enfrentaba el poeta, motivada por su expulsión de México, y el punto de enganche a la hostilidad que la prensa guatemalteca manifestó en torno a su expulsión. El Diario de Centro América, incitaba a expulsarlo en caso que se inmiscuyera en política interna. Asunto que puede leerse en pie de esta página (91).
Para el poeta, Ricardo Arenales era un nombre que estaba gastado, lleno de penurias y de desgracias, lo sentía como un vestido sucio el que se hace necesario de quitar, lavar o reemplazar. Ricardo Arenales significaba un pasado, mal terminado por lo trágico y por una simbolización que el poeta rechazaba a todas luces. Para mayor comprensión de su estado ánimo reproducimos sus palabras donde describe la expulsión de México, la cual fue de manera brutal y salvaje, porque ni siquiera le permitieron llevar consigo los objetos personales o los libros y menos despedirse de sus amigos. Aquí el aparte donde nos narra lo anterior:
“Se me aprehendió al amanecer, se me tuvo incomunicado como para que se ignorara el hecho brutal y no pudiese acudir ni aun a la amistad de Vasconcelos, a fin de conseguir por esa amistad que se me dejara arreglar mi equipaje, mis versos y mis libros, mi ropa y los objetos de mi aseo personal, se me echó luego a rodar en tren, escoltado por un homicida-gendarme y otro pajarraco que tenía el vientre cosido a puñaladas, según las cicatrices que él mismo exhibe…
“No soy hombre muerto, y cuando México reivindique su libertad y sea restablecido el respeto a las jerarquías intelectuales, me haré justicia con mi pluma, porque entonces habrá serenidad para oírme y para juzgar de mi obra de luchador y de poeta. (92)
El pesar y el decaimiento le durarían muy poco, porque casi al mes de su llegada, Porfirio Barba-Jacob, fundó El Imparcial de Guatemala. Esta afirmación fue unánime hasta el 1995 cuando Hugo Cerezo Dardón la contradice, afirmando que El Imparcial lo fundó Ricardo Córdova.
Germán Posada Mejía en 1970 hablando de la expulsión de México de Barba-Jacob, sostiene que fue el fundador de El Imparcial. En una biografía el poeta Heliodoro Valle, uno de sus mejores amigos y contemporáneo, pues estuvo vinculado en muchas empresas literarias que el poeta promovía, reafirma que fue Barba-Jacob el fundador de El Imparcial. El escritor Rafael Arévalo Martínez, íntimo amgo de Barba-Jacob y quien ha hecho varias publicaciones del poeta, también lo afirma, y en ese orden muchos otros. León Aguilera en la conmemoración de los treinta años de El Imparcial, hablando de Barba-Jacob en el mismo El Imparcial, escribió un párrafo ilustrativo sobre el tema. Pero más que elucidar quien fundó el diario, nos revela al poeta como agente divulgador de la poesía y su apasionamiento por el trabajo manual de la prensa, texto que incluimos a continuación:
“Ricardo Arenales remueve un ambiente lírico y de trabajo a la vez… En la página editorial incluyó la sección “Intermezzo lírico”, dedicada exclusivamente a la publicación de la poesía. En ella hay poemas de diversos autores, además de los suyos, y de otros colombianos: José Asunción Silva, Guillermo Valencia y Leopoldo de la Rosa con mayor frecuencia… Arenales es un hombre activo: baja al taller frente a las formas y chibaletes, allí adoctrina a los tipógrafos, les enseña a hacer el formato técnico de entonces, las cabezas bien medidas, la matemática de las columnas, los títulos, los bancos del subtítulo, los sangrados de los textos, la presentación llamativa y novedosa. Al par que publica sus aplaudidos poemas, comenta el instante noticioso con ardor. Emprende ediciones especiales que electrizan a los trabajadores y redactores: se desvela junto a las mesas y las planchas, entre el fragor de las entruendosas prensas planas y las Chandler. Parece ser de hierro: con su botella de cognac que apura una tras otra, ordena comidas a los obreros para que las páginas consecutivamene se armen”… (93)
Como se colige de la anterior cita, sólo una persona que tenga profundos afectos por una empresa que lleva sus sentimientos, puede hacer una actividad tan polifacética y extenuante como la realizada por Barba-Jacob. En el anterior testimonio encontramos la prueba de los aportes hechos al periodismo guatemalteco y centroamericano, puesto que la prensa guatemalteca era la que orientaba la tendencia del formato y presentación de la página en todo Centroamérica y aún conserva hoy parte de esta influencia.
Barba-Jacob encontraba en la prensa, el trabajo para ganarse la vida; por ello, se asumía con esmerada atención en la parte material que requería la elaboración. En el texto periodístico deja sentir el concepto de forma que tiene para el poema y para su vestir. En Porfirio Barba-Jacob la forma se asimila al contenido, es el rostro de la esencia estética en la superficie. Cuando Arévalo Martínez, esperándolo en la estación del tren lo encuentra pulcro e impecable, vestido con el rigor que la moda exige a los hombres elegantes, en traje de paño con tres prendas, donde el chaleco da espacio para la cadena del reloj de leontina, que armoniza con el bastón en manos de un hombre joven. Barba-Jacob en su vestir revive la tradición romántica del poeta latinoamericano, muy especialmente la bogotana. Allí algunos poetas, para diferenciarse del común, usan sombrero de cubilete de estilo inglés, y clavel siempre rojo en el ojal del saco, el que conserva cierta línea de frac británico. La apriencia que se le presta al cuerpo es lo principal. Así éste, tenga el estómago cóncavo por carencia de alimento. La presentación del cuerpo del poeta la hace extensiva al texto periodístico, para que aparezca ante los ojos del público cumpliendo todos los requisitos que la exigencia del buen lector espera de diarios y revistas.
La depuración periodística no es una empresa por sí misma, sino que ella está unida a la empresa que Porfirio Barba-Jacob lleva en sí como su vestido, a la cual se le agrega una tercera. El poema. La empresa poética se integra a la labor periodística, no de una manera secundaria, sino como una parte del todo. Esta afirmación la encontramos en toda su labor periodística guatemalteca, centroamericana y fundamentalmente mexicana, en las Ultimas Noticias delExcélsior de México, con su editorial denominado “Perifonemas”.
Para esclarecer un poco más el tema sobre la fundación de El Imparcial, y concluir, acudimos a Porfirio Barba-Jacob hablando sobre sí mismo, aludiendo a Ricardo Arenales, en un artículo que escribió sobre El hombre que parecía un caballo. Exégesis de la novela de Rafael Arévalo Martínez, en el que sostiene ser el fundador de El Imparcial:
[…] Era erguido, cenceño, ágil, de una prodigiosa elasticidad mental, de un sorprendente poder para la asimilación de las ideas. Pero lo dionisíaco mató en él lo apolineo, y cuando puso fin a sus días de una manera violenta e imprevista, sobre una página de El Imparcial de Guatemala -empresa que él mismo había creado-, no dejó en pos de sí otra cosa que un confuso recuerdo y unos cuantos poemas dolorosos. Sus amigos le evocan todavía como pudiesen evocar la visión fugaz de un fantasma ígneo. (94)
El Barba-Jacob oral era un hombre de una fantasía sin límites, podía comprometerse a realizar las empresas o hazañas imposibles para lograr un objetivo pírrico de la vida concreta. Inventaba historias inverosímiles, donde el protagonista, que por lo general siempre era él, en ocasiones terminaban en el ridículo o en la censura social. Hacía esto únicamente para agradar a sus amigos, porque fue toda su vida un versador increíble, donde la verdad carece de sentido. Todo lo que se diga o se afirme de él en este aspecto puede ser posible. Pero muy distinto es el Barba-Jacob al escrito. Sus afirmaciones, denuncias, críticas, como lo hemos podido comprobar, están respaldadas por la veracidad. Además el poeta, por todos los lugares donde se establecía fundaba continuamente publicaciones. Entonces no encontramos razonable, el porqué puede atribuirse una autoría que ni le suma ni le resta en su historial de fundador de medios de prensa.
REFERENCIAS
79) Ibid., p. 46.
80) “La Guatemala de entonces preocupábase intensa, febrilmente, por las bellas letras; se discutían los versos casi con tanto calor como las óperas o los toros… o –sotto voce- los desmanes de la dictadura o los deslices de bellas mujeres de la recatada y rigurosa sociedad metropolitana; se excitaban los elementos intelectuales al contacto, en la convivencia, con las vibrantes y ávidas juventudes centroamericnas, predominantemente hondureñas y nicaragüenses, que Guatemala, y su desarticulada pero aún influyente universidad –decapitada por la dictadura de Barrios, artificiosa y efímeramente recompuesta para lucimiento de la dictadura de Estrada Cabrera en 1918-, albergaba y sobornaba con su prestigio tradicional. Son memorables los nombres que, en montón, saltan al recuerdo: entre ellos José María Moncada, Antonio Barquero, Andrés Largaespada, Virgilio Zúñiga, Alfonso Guillén Zelaya, Gustavo A. Ruiz, Salvador Ruiz Morales, Hernán Robleto, Ramón Ortega, Hernán Rosales, Roberto Barrios, Julián López Pineda, Juan Ramón Avilés, Heberto Correa, Manuel Andino, Andrés Vega Bolaños, Mario Sancho, y tantos más, aparte de otros estudiantes, diplomáticos, artistas que, como en todo tiempo circunda, a una generación literaria o literalmente forman parte de ella. Y estaba la presencia catalizadora de José Santos Chocano…”., in El Imparcial, Guatemala: 6,11,13 y 15 de junio, y 11 y 20 de julio de 1964.
81) CEREZO DARDON? Hugo, Porfirio Barba-Jacob en Guatemala y en el recuerdo, op. cit., p. 51.
82) Ibid., p. 52.
83) in Diario de Centro América, 25 de julio de 1914.
84) CEREZO DARDON, Hugo, Porfirio Barba-Jacob en Guatemala y en el recuerdo, op. cit., p. 49.
85) AREVALO, Teresa, Rafael Arévalo Martínez. Biografía de 1884 hasta 1926, Guatemala: Talleres Gráficos de Tipografía Nacional, 1971, pp. 389-390.
86) Ibid., p. 390.
87) GOMEZ VALDERRAMA, Pedro, “Las guerras de los poetas”, in Revista Nueva Frontera, N° 375, Bogotá: marzo 1982.
88) […]En el ‘Diario de Centro América» se publica una apostilla con el título de Un extranjero pernicioso sin firma responsable, en el cual se ataca y denigra a Arenales por inmiscuirse en la política mexicana. En el mis-mo número aparece una conminatoria con el título de Serán expulsados los periodistas extranjeros, dedicada específicamente al escritor colombiano. En resumen, esta advertencia expresa la determinación del gobierno de echar fuera de su territorio a los extranjeros que se mezclan en política. Luego particulariza y señala: será Ricardo Arenales el PRIMERO en aplicársele la ley… de quien se dice estuvo a sueldo en tiempo del gobierno Victoriano Huerta y el mismo a quien llamó después el señor Aguirre Berlanga”. CEREZO DARDON, Hugo, Porfirio Barba-Jacob en Guatemala y en el recuerdo, op. cit., p. 66.
[1] Ibid., p. 67.
89) Ibid., p. 67.
90) AGUILERA, León, “Treinta años de El Imparcial”, El Imparcial, Ciudad de Guatemala, 1952, pp. 12-15.
91) BARBA JACOB, Porfirio, El hombre que parecía un caballo. Exégesis de la novela de Rafael Arévalo Martínez, in Repertorio Americano N°11, San José de Costa Rica: vol. 17, 15 de septiembre de 1928.
92) TOBON BAENA, Jairo, “Porfirio Barba-Jacob llevaba el magisterio en el alma y en la sangre, in Revista del Centenario de Porfirio Barba-Jacob,N°3, pp. 31-38.
93) CEREZO DARDON, Hugo, Porfirio Barba-Jacob en Guatemala y en el recuerdo, op. cit., p. 79.
94) […] He tenido a la vista el Acta de Fundación, la cual fue susrita por Miguel Angel Asturias, Luis Eskenasi, Alberto Newberry, Francisco Sarti, Pablo Porras, Carlos Fletes Sánez, Rafael Pérez de León, Alfonso Orantes, Valentín Dávila, Francisco Degaldillo, Ricardo Arenales, Rafael Lasseppas, J. Rufino Guerra Cortave, M. Castro Morales, Alfredo Valle Calvo, Arturo González y David Vela. En este grupo de fundadores hay literatos, profesionales y personas importantes en la sociedad de aquellos días.[…]
El acto inaugural estuvo a cargo del Rector de la Universidad; en representación del gobierno asistió el Ministro de Gobernación y Justicia; por la Universidad Popular habló el bachiller David Vela y actuó como maestro de ceremonias el bachiller Miguel Angel Asturias. Ibid., p. 80.
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