Poetas Roldanillo, Valle, Suite4
Algunas poetas ganadoras del concurso premiadas con la publicación de su obra.
GEORGINA CUARTAS CADAVID
Chinchiná, Caldas. Gestora cultural, ha sido presidenta del Centro Literario de Antioquia. Directora Administrativa de la “Corporación Mujeres Poetas de Antioquia”. Ha participado en múltiples encuentros literarios. Ha publicado en periódicos y revistas colombianas. Participó en el proyecto audiovisual “Palabras Rodantes: Vida de Porfirio Barba Jacob”.
Peregrina
Mujer angustia, de mirada fría,
tu esencia duerme, tu esbeltez
sombría… tu sandalia rota.
Humilde peregrina sin amor,
rechazo de caricias, vas
cavando tu propia sepultura
si caminas
con silencio de amargura,
atada con crueles ligaduras;
mujer sumisa
que tu voz acallas,
levanta ya tu frente
con altura y grita convencida
que no eres diminuta,
que eres libre…
con amor, sin coyunturas.
TE AMO
Hoy al fin, te volví a ver
¡ qué alegría!
¡qué inmensa alegría!
No creas que fue
casualidad, no,
porque yo te andaba
buscando
desesperadamente
y te confieso que hoy
al verte, lloré, lloré de
felicidad.
Y sabes…?
he soñado contigo,
he preguntado por ti,
te he buscado
y cuando creo tenerte
tú te me escapas.
Resbaladizo, injusto, cruel,
castigador.
He tratado por tenerte
a mi lado
por sentirte muy cerca,
por tocarte, por acariciarte
porque te quedes conmigo,
pero no, inútil quimera,
yo que te necesito tanto,
te extraño, te llamo a gritos
y por más que lo haga
y te diga que me haces
mucha falta, que eres
el complemento de mi vida,
que eres la razón de mi ser
tú no escuchas,
porque tú eres así,
estático, Jorge,
mi querido Jorge,
mi adorado Jorge Isaacs,
del billetico de
CINCUENTA MIL PESOS
GLORIA MARIA BUSTAMANTE MORALES
Medellín, Antioquia. Psicóloga, Magíster en Educación y Desarrollo Humano. Premio Nacional de Poesía Ediciones Embalaje Museo Rayo, 2006 y Premio Nacional de Poesía “Meira del Mar” Medellín, Antioquia 2007.
Deméter
“A las mujeres, que aún buscan a sus muertos”
“Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes,
quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte.”
Miguel Hernández
Rasgar la tierra
separar las piedras
las uñas negras
adoloridas
los dientes entierrados
los zapatos ahogados en café.
Una pregunta sola
abandonada a su suerte en el subsuelo…
Buscar a los hijos
en el mundo subterráneo
bajar al miedo
donde el silencio
ajusticia la verdad.
Fosas vacías
fosas de otros
fosas desiertas
de flores arrancadas
bendecidas de tribunales católicos:
en el nombre del perdón,
del olvido, impunidad, amén.
Qué floresta se marchita ante tu llanto
que rio se seca, madre
ante tu búsqueda interminable.
Qué linderos acechan tu conciencia
de huérfana de hijo.
Qué lumbre se apaga
bajo la lámpara maladina
de un desigual acuerdo.
Madres errantes
gritando bajo tierra
escarbando entre los huesos unos dientes
que nombren su apellido
huesos max-hilares
que hilen
un olor ya conocido
un recuerdo añejado de dolor ausente
un entierro de ataúd vacío
de invisible cuerpo
un entierra-miento de tu amor paciente,
de ti, de él, de nosotras.
El lobo a olvidado donde enterró los huesos
depredador sin olfato
tras la tortura de su propia especie
se mata a sí mismo.
Pedazo a pedazo
se le cae el rostro humano
no conserva su sangre
la riega sobre un campo ampollado de explosivos
se desgarra con sus garras
viste un traje de cañón herido
lleva en sus ojos la sangre de otros
le persigue un aullido moribundo en el oído,
una pregunta le corta la garganta.
Pero él no ve,
pero él no oye,
pero él no deja
que hablen las palabras
de sus muertos.
GLORIA CEPEDA VARGAS
Cali, Valle del Cauca. Importante escritora colombiana. Reside actualmente en Caracas-Venezuela. Primer Premio y Medalla de Oro, Concurso Internacional de Poesía, Bruselas-Bélgica, 1994. Premio de Poesía "Jorge Isaacs". Cali, 1995 Premio Vida y Obra, Gran Fraternidad Universal, Marruecos-África, 1996 Mención Casa de las Américas, La Habana-Cuba, 2000. Colabora como columnista en periódicos y revistas de Colombia, Venezuela y España.
POESÍA
Vestí de gris tus alas
te escancié como un cántaro sin fondo
te llené de agua turbia
Poesía
tan fuera de mis líneas terrenales.
Sabes que somos
flores del crepúsculo
puntos borrados
al final del día
y por eso prefieres
agazaparte bajo los trigales
mientras la caravana
cruza el viento.
¿Eres o no?
¿qué forma te contiene?
¿qué pájaro te presta
sus alas en el aire?
Ya serás cuando el río
me quepa en la garganta
cuando no tiemble en el desguarnecido
rincón que prestaron
para pasar la noche.
Entonces
tal vez estemos cerca
estrella libre
en la aridez del cielo.
FUGAZ
¡Cómo se va la vida!
su madeja
se desenreda demasiado pronto
una figura
de acero más delgado
que el recuerdo
huye hacia los abismos
de la nada.
Hoy estamos aquí
vibramos indefensos
y creemos que somos
los dueños de la luz
de pronto empieza a hundirse
en la noche de humo
este rostro nacido
para esperar
y desaparecer.
EL SILENCIO
Sube el silencio en golpe de agonía
por mi espina dorsal, hasta la frente
invade el descubierto continente
que mide mi temor y mi alegría.
Queda bajo mi piel su rebeldía
inflamando mi llama, mi torrente,
tan sólo el paso de la antigua gente
renueva mi palabra todavía.
Llega más alto. Toma las miradas
atrapa nubes, ilumina espadas,
participa, socava, coloniza.
Y siembra en su desfile por mí oído
grito sin causa, vertical latido,
réquiem para mi sangre y mi ceniza.
GUIOMAR CUESTA
Medellín, Antioquia. Gestora cultural, importante poeta y editora colombiana, y su reconocimiento trasciende las fronteras internacionales. Reconocida y premiada en concursos de poesía nacional e internacional. Miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua. V Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Gabriela Mistral, 2001. Reconocimiento a su vida y obra poética, Ediciones Côte-Femmes, París-Francia. Miembro de la Academia de Historia de Bogotá.
Vocales de fuego
Este amor es algo más
que este diálogo interior
o un silencio profano
Es verbo que suelta
vocales de fuego
en la madrugada
y una inmensa llanura
tierradentro
me responde
Hoy este arrobo
me conduce
a una heredad
sin precio
Territorio
de los hallazgos
que nos esperan
al romper el alba
Sin edad
doy rienda suelta
no simulo
sólo me dejo ir
envuelta en fuego
Amazona y mujer
que habla recio
así como amo
me pronuncio
Se me hace
agua la boca
glorioso paladar
que se obstinan
en devorar tu sed
Cantos del agua
De tu piel a tu entraña que recorro
con mirada que te abre ante mis ojos
desde Florida amor que voy en vuelo
Alfredo Ocampo Zamorano
Me dice con su canto
un tamborero
que se pierde en el río
que debo dejar partir ahora
esta nostalgia
Ese deseo inusual
de estrecharte
una y otra vez
bajo las alas
de mis árboles
Mi corazón no cesa
de llamarte
con los nombres
de nubes y cascadas
Podríamos
gozar de cununos
y sonajeros
de tu pecho a mi entraña
Y al ritmo de esta voz
desatar los cantos del agua
desde Florida amor
que vas en vuelo
Visión 3
Pororoca es el nombre dado por los indígenas
que habitan las zonas cercanas a la desembocadura
del río Amazonas, al estruendoso y destructor fenómeno
en forma de oleaje que recorre el gran río aguas arriba,
desde su desembocadura en el Atlántico. Las olas, producto
del tremendo choque entre la subida de la marea del océano
y el enorme caudal del río Amazonas, pueden recorrer varios
kilómetros hacia el interior, contracorriente, y llegar a medir
hasta cuatro metros de altura.
Selva adentro regresa
esa sed de respeto
por el Planeta
Los nidos y la savia
recorren la atmósfera
Cantan las cigarras
al compás del viento
lava que agobia a esta Amazona
enamorada de la creciente
Dolor de Río
agua herida
sangre de Luna
que parte su vientre
La marea del Atlántico asciende
y choca contracorriente
desvía su cauce
Anaconda de esta ánfora
fiel catadora de su vino
vigía de su caudal
En el clímax de su soledad
la Amazona
pasa la noche en un grito
Y despierta en ella
toda la furia
de selva y Río
A campo abierto
han sido profanados
La Luna llena
el Sol y la Tierra
se confabulan
con las mareas del Atlántico
Se eleva
todo el inmenso caudal del Río
con la fuerza arrasadora
de sus devastador sonido
Torrente de un silabario
Palabra de revelación
que no descifra su pueblo
El arco iris la recorre
y dueña de la creciente
el enemigo baja las armas
En medio del bullicio
entona desde su entraña
la Canción de la Selva
Y expulsa de su Casa
a los asesinos de árboles
de animales y del agua
¡Morirán bajo este estruendo!
El Río y el mar
devoran hasta las sombras
destierran sus espíritus
para que jamás regresen
a esta Tierra.
Auditorio que recibe a las mujeres poetas colombianas en el Museo Rayo de Roldanillo
Valle del Cauca (Colombia).
JOHANNA OSORIO CERÓN
Estudiante de Licenciatura en Literatura de la Universidad del Valle, Cali. Pertenece al grupo literario “La Momia guisada” y del colectivo “Cali, un sueño de poesía”. Es profesora de español y de teatro.
SIEMPRE QUISE SER HOMBRE
Siempre quise ser hombre:
llevar las manos en los bolsillos,
contener lágrimas de pesadumbre,
patear piedras por la calle,
escupir a un policía y escapar riendo,
irme de casa a los quince y sin reproches,
jugar billar en la esquina del colegio en horas de clase,
declarar mi amor a una mujer,
aprovecharme de las circunstancias,
acostarme con una prostituta,
sentir el dolor de una erección,
orinar desde un puente.
Siempre reproché una falla genética,
un deseo mal canalizado de mis padres;
aquí, parada tras el mundo especulado y sonriendo hipócritamente
reniego de lo que no pude ser
y me lanzo al vacío de represión veintinueve pisos abajo.
Soy yo ¿quién más?:
escribo, leo, amo, bebo, fumo...
existo luego pienso,
cada parte de mí es mujer
y nada que asimilo en la caída mi naturaleza.
De pronto,
un golpe: ¡sangre!,
paseo melódicamente mi dedo sobre ella
y luego lo introduzco en mi boca
tan manchado en lo posible y delicioso como nunca.
Cierro los ojos saboreando:
por fin sabe a mujer,
a palabra,
a plenitud,
a hechizo interior.
Siempre quise ser hombre,
aunque irreductiblemente la muerte
me refutara lo contrario.
ELEGÍ-A RAÚL
A RAÚL GÓMEZ JATTIN
Olor a mango,
olor a muerte.
Desacierto del destino.
Luz ambigua proyectada en el paladar,
velocidad de locura mezclada con gasolina,
cuando a la agonía la llama el humo de un cigarrillo no fumado.
Huyes Raúl,
huyes a tu destino.
Viajes astrales galopan con gran ventaja en tu cabeza,
pesadillas incesantes de una verdad escrita en la calle,
en el parque,
en el asfalto.
Los griegos y tus antepasados te atormentan,
lo sabes más que nadie.
Ellos son las voces dilapidadas de tus desgracias,
son la antesala de tu perdición,
la herida que impulsó tu desazón.
Y ahí estás locura,
ya tienes nombre propio,
de hombre,
de sortilegio,
de antaño y modernidad.
El viaje ha terminado Raúl,
ya no sufrirás,
la calle ha perdido la esencia que la hacía tuya,
el olvido te pertenece
y solo te recordamos aquellos cuyo ocio
invoca tu intempestiva liberación.
JUANA MARIA ECHEVERRY ESCOBAR
Manizales, Caldas. Abogada, diplomada en Derechos Humanos y Literatura. Gestora cultural, trabaja para el programa Casas de la Cultura de Manizales. Participa en el Colectivo Babelia, programa radial. Premio nacional de poesía Ediciones Embalaje Museo Rayo, 2009, Roldanillo, Valle del Cauca.
Las que Mecen el Delirio
1
Al canto ascienden
las que gritan
para adentro,
las que se hacen
cigarras
en la lumbre de la noche.
Aturden sus sentidos en plena agitación:
consteladas
repentinas
mujeres de los elementos
iniciáticas del sueño.
5
Saurias, a veces
perdidas en el bosque muerto
de colores antiguos,
trenzando follajes,
poemas y cantos que pertenecen al suelo
al húmedo suelo
en una lengua extraña.
Y la tierra reclama
sustratos de palabras:
la inicial
de todas las hablantes.
Recital de la poeta e investigadora Agueda Pizarro.
LUZ STELLA MARTINEZ
Medellín, Antioquia. Licenciada en Español y Literatura. Docente de Literatura en el municipio de Medellín. Premio de poesía Los sueños de Luciano Pulgar, 2005. Gestora cultural y miembro activo del comité operativo del Festival infantil de Poesía en Medellín.
Campana de cristal
La vida, fuera de la vida, la que no vivo, me llama.
Desde el inviolado espacio
desde la blanda esencia del nombre.
Perece mi alma con cada cosa que existe.
Mi cuerpo, envoltorio de todos los pensamientos humanos.
Mi canto, el refugio de un llanto incautado.
En el centro de mi pecho, un labio besa las praderas de mi corazón.
Conmuero, como la hoja con el viento
como el enjuto capullo
que viaja
a voluntad
del riachuelo.
Fin
En suma, todo está perdido.
El ojo que busca donde reflejarse,
la mano que no halla el resto de su cuerpo.
Perdida está la sombra de quien contuvo vida.
divaga por fuera de la luz.
La voz no encuentra el oído en quien resurja la palabra
ni pronunciados han sido los versos que confiados fueron
a los mensajeros.
Cada epitafio dejó de ser, a consecuencia del olvido,
el dictamen último de quien tuvo nombre,
suscrito quedó al sacrilegio del tiempo que todo lo borra.
Del pié, solo este débil camino.
MARGARITA MEJIA
Palmira, Valle. Comunicadora social, fotógrafa. Su trabajo visual, influenciado por la poesía, se ha expuesto en diferentes museos y bienales. Premio Fotográfico en el Concurso Andino: “Mujeres Imágenes y Testimonios”, 2000, Cuenca-Ecuador. Profesora de fotografía. Pertenece a la “Comunidad del Megáfono”, grupo de lectura de poesía en voz alta.
No quiero
No quiero hacerte el amor esta noche
amor mío, no esta noche,
porque hacer el amor es una verdad
y hacerte el amor
es dejarte conocer el vértigo, la inmensidad,
es saberlos contigo.
Es la creación de una obra maestra,
requiere mi total presencia
y esta noche
mi genio está dormido.
Porque mi cuerpo necesita mucho más que el deseo,
su dimensión máxima
la perplejidad, el peligro
Porque no es la comodidad mi aliada
ni el orgasmo un buen somnífero.
Mi orgasmo es combustión, estallido de soles
de silencios,
es magma primigenio.
Porque quiero amarte para nacerte
para hacerte en mis manos, en mi vientre
flor que abre los brazos a la vida.
Y esta noche
de amigos abrazados
esta noche, aquí, a tu lado,
estoy lejos.
Apenas oí su sombra
Vino el amor a verme
me hizo un guiño desde lejos
Apenas oí su sombra
redoblar en el silencio
el amor no puede acercarse
le sobrevuela un cuervo.
El depredador
Duermes en mí
me recorres
sacias tu hambre con mi miedo
Lo nuestro es guerra sin tregua
en el país de mi cuerpo.
Poetas de Roldanillo, Valle, suite5