Poetas Roldanillo, Valle, suite 5
Puesta en escena poética y musical de los indígenas de la Comunidad Páez del Departamento del Cauca.
NATALIA MARÍA RAMÍREZ LÓPEZ
Literata de la Universidad de los Andes con títulos de Maestría y Doctorado del Departamento de Lenguas Hispánicas y Literatura de la University of Pittsburgh. Profesora e investigadora de Literatura y Humanidades, en la Pontificia Universidad Javeriana, Cali. Su trabajo poético ha sido reconocido por Pegaso Ediciones y por Ediciones Raíz Alternativa
Desde el cautiverio
Desde la oscura noche
ruidos rechinantes escucho…
… agudos y constantes…
Con dificultad
un espeso aire inhalo…
… hostigante, agobiante…
Y no te huelo a ti
y yo perdido
muriendo en mí
pudriendo en mí
con piel de musgo
raíz de pies
pelo helecho y uñas de hiel
ojos de concha
boca de arena
ano de espinas
y huesos de cal
Así estoy yo en el más allá
más allá del mundo y el país
más allá del cielo y de tu voz
más allá de todo
más allá de mí
sin mi cuerpo
sin vivir.
Hacia el cautiverio
Intento encontrarme en ti
en tus pensamientos
en tu sentir
Quiero robar tu dolor
para librarte de él
Quisiera por siquiera un día
reemplazar tu cuerpo
por siquiera un mes
reemplazar tu salud
por siquiera un año
reemplazar tu impotencia
por siquiera otro año
y otro año
y otro año
y otro año
y otro año
y otro año
y otro año más…
Cuando ya se olvida contar
cuando ya se olvida dormir y despertar
cuando ya se olvida y desconoce el mundo…
… Y tú… tú mudo…
… y yo…también cautiva…
… suspendidos…
Mientras el mundo vueltas da….
ANDREA GARCIA S.
Medellín, Antioquia. Abogada, gestora cultural e investigadora de expresiones artísticas con énfasis en folklor latinoamericano y colombiano. Hace parte del círculo de filosofía de la poesía ALUNA. Sus poemas han sido publicados en la Antología de poesía Piedraluna y en la Revista Prometeo. Actualmente se desempeña como Tejedora de Lenguaje en PACHAMAMA Arte y Permacultura.
Abya Ayala es un continente con vientre de mujer
constelación de llanos, lagunas, selva y cordillera
El sol desciende a las montañas
y en sus alturas
reciben la primicia de los rayos
Las entrañas intuyen el amarillo
y mana de ellas
de nuestros vientres
la existencia
el arte mismo
Creadora de sí
y de su arrullo con el taita Inti
En las noches es luna
para saberse marea
en el día
Violeta
Mujeres que comprenden la historia
la desnudan
la palpan
la cocinan
la amamantan
la viven
Mujeres que son la historia misma
artesanas de nidos
Mujeres que abrazan una pluma
Oficio sagrado
decir lo indecible
dibujar el rostro de la entraña
locuaz faena
palabra subversiva
sub-versiva
La poesía subyace en el verso
nos entiende como un todo
y puede cantar desde la voz personal
Lo relevante es la acción que la sustenta
-se incuba en el verbo-
No se trata de la técnica del lenguaje
más del latido que se expresa a través de las letras
La palabra que humaniza
nombra lo cierto
pinta lo invisible
Reflexiona el mundo en un entender de nuestra raíz cósmica
de nuestra esencia ondular
de la necesidad de resignificar el cuadrado
-desaprisionamos las sospechosas formulas lineales
con las que oscuros buitres azoran -
El río fluye
no hay presa que lo contenga
y aquella que sostenida por el ego
ha trastornado el cauce natural de su armonía
inevitable
perecerá
cuando ruja las notas del origen.
PAOLA CASTAÑO SANINT
Formación Académica en Lenguas Modernas, Universidad EAN. Con estudios en Filosofía de la Universidad Sergio Arboleda. Su poesía ha sido publicada en revistas y en medios virtuales, nacionales e internacionales.
Pájaro de luz
En la altura
canta un pájaro de luz,
viento de alas abiertas.
Se confunde con los magos,
con los fríos que se alejan.
En la altura
un remolino despierta,
las piedras mueren,
los versos tiemblan.
Un pájaro en la altura
se hace viento.
AGUEDA PIZARRO
Nueva York, EEUU. Filóloga e investigadora. Especialista en la vida y en la obra de María Zambrano, Miguel Pizarro y Federico García Lorca. Importante ensayista, poeta y traductora latinoamericana. Fundadora y directora del Encuentro de Mujeres Poetas Colombianas en Roldanillo, Valle del Cauca. Ejerció la docencia en en Barnard College de Nueva York en el área de español y poesía latinoamericana. Su trabajo ha sido reconocido ampliamente a nivel internacional.
Ciudádivas
Las ciudades
se erguían
avanzando
hacia nosotros
como espejismos
de mujeres
danzarinas
del tiempo
futuro.
Llegábamos,
a tañer sus torres
y sus almenas
y a trenzar
nuestro canto
entre sus intimidades
y sus distancias
medidas en ritmos
de respiro
entre los habitantes
y sus fantasmas,
como las golondrinas
que inscriben con su vuelo
y sus pequeños cuerpos,
densas gotas
oscuras
de partitura,
la melodía
volandera
de su estancia
gorjeada
entre el nido
y la tierra.
Llegábamos
a ellas, ondulantes
como camellos
en caravana.
Se alzaban
ataviadas
de murallas,
portales
y puentes
como alhajas,
y enjalbegadas
de jardines secretos,
calles ocultas
y recovecos
donde los muertos
se reencontraban
con los aromas
de su infancia.
III
Nueva York se alza
sobre el caparazón
de la tortuga que la sueña
desde su leyenda.
¿Cómo tocar la marimba de piedra,
la tecladura que muerde el cielo?
Nos acercamos en un remolino
que se rompe contra la dureza
de los espejos incrustados en las aristas.
Se quiebra el canto, se rasga la lengua
contra la partitura que impone
el arrecife donde habitan las almas
cautivas de los peregrinos imantados
por la melodía siseante del deseo.
Desde las vaginas entre los edificios
nace el cante pálpito de Africa
aislada en esta lejanía y nos llama
nos enllama, nos entea,
momentáneos entre sus signos de dolor.
¿Dónde poner las yemas de los dedos
para que la piel de piedra ceda
y se entregue al ritmo de nuestro respiro?
Nos metemos por las hendiduras
entre chonta y chonta petrificada
para descubrir el secreto verde,
el gato en la ventana como un parpadeo
de la casa arruinada aún no ciega
y aguzamos el oído para escuchar
el suave acento de los inmigrantes
que sube de los pasaportes viejos
como un aroma de especias.
¿Dónde estamos entre las siluetas
de los viajeros tan numerosos
como las hojas de los otoños
y su hermosa muerte entre fuegos?
Aquí vivimos una vez hace siglos
palpando el eco de la tortuga
desde su inversa de misterio
y leyendo en sus signos rugosos
la música de tu lira.
Aquí estuvimos recostados
invertidos en la curva de la cuna
que la diosa nos propiciaba
con sus ojos tristes.
Aquí engendramos a la hija
que se suelta danzante,
coribante, bacante bacana auvada
que gira siempre
como trompo
y regresa en espiral falopio
a su primer momento entre labios
que la llaman con sílabas
como pétalos de las orquídeas
de su verdadera tierra.
Bajo el asfalto, la serpiente
agorera horada sus ínferos
y se empluma de su memoria indígena.
Emerge de su sueño subterráneo
y se trenza con las luces
de un futuro inconcebible
de sierpes de acero,
puentes que rasgueamos
delirantes y eléctricos
trazando caminos
por el espejo de obsidiana
donde se constela
nuestra muerte prematura.
Nos conocimos en el limo
del reflejo y nos pintamos
los pechos del delirio primigenio
que se oculta bajo las rías.
Aquí danzamos contradictorios
y múltiples, sureños y transmarinos
echando sombras sobre las paredes
del subterráneo.
Aquí, euridije el ensalmo
y te tatué los pezones
de hombre sombra
de mi nombrhembra
aguémona cárdena nacida
de la memoria órfica.
Retorno, solitaria, a tu tumba vacía
donde las cenizas son de papel.
Yaces en otra parte
pero aquí en Manhattan,
ocultas entre estrías geológicas,
se fosilizan tus huellas
y la tortuga deviene charango
milenario para tu canto.
MARTHA PATRICIA MEZA
Salamina, Caldas. Fundadora del Taller Permanente de Poesía Salamina de cara al futuro. Premio Ediciones Embalaje Museo Rayo, 1993. Participaciones internacionales en México, Cuba, Perú y París. Su obra ha sido publicada en Colombia y en el exterior.
De izquierda a derecha: las poetas Elcina Valencia, Martha Patricia Meza y Mary Grueso.
Los Estados Unidos llamaron a Dios
a rendir cuentas.
Él en su inocencia se resistió
a tan indigno pedido.
Al instante bombarderos
atravesaron las diez capas del cielo
supersónicos elementos
ocuparon su morada
con afán expansionista.
Un arma secreta
desintegró al Espíritu Santo.
Provocaron la segunda Asunción
en una silla eléctrica.
Llenaron a Guantánamo
de ángeles y santos.
A LA MUJER DE LOT LE FUE EVITADO EL LLANTO
Le fue mejor a la mujer de Lot
que a Lía y a Raquel.
Que a Dina hija de Jacob
quien quiso conocer la ciudad
y se le vino encima una guerra.
Que a la hija del bárbaro Jefté
sacrificada virgen
no bendita.
Que a Dalila tildada de espía
por escuchar de Sansón
entre susurros y espasmos
el secreto.
Que a la reina de Saba
quien terminó por creerse pagana
cuando vio de Salomón el trato
que daba a sus esclavas.
Que a Jezabel de la que no encontraron
más que el cráneo
los pies y las palmas de las manos.
Que a Susana acosada por los viejos.
Que a la novia enfermada en el texto
para que fuera poético el Cantar.
Le fue mejor que a ellas.
No alcanzó a ver
que caliente la sangre de la piedra
Lot ya buscaba en sus hijas.
Todas ellas agradecen
que a una le fuera congelado el llanto.