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* CHEMIN SCABREUX

 "Le chemin est un peu scabreux

    quoiqu'il paraisse assez beau" 

                                        Voltaire 

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Publié par VERICUETOS

 

POEMAS

José Martínez Sánchez    

      Escritor y poeta José Martínez Sánchez

 

 

 José Martínez Sánchez 

 

        José Martínez Sánchez nació en Aguadas, departamento de Caldas —Colombia—, en 1955.  Poeta, narrador y ensayista. Premiado y seleccionado en varios concursos nacionales de cuento. Premio nacional de cuento Fundación Testimonio (1984), premio nacional de Literatura Infantil (1990), mención de honor en el certamen internacional de cuento del Círculo de Escritores y Poetas Iberoamericanos de Nueva York (1998). Ha sido colaborador en diferentes revistas y suplementos literarios del país y del exterior. Aparece en las antologías mexicanas Abrevadero de dinosaurios (Cuento, 2008) y Alas de lluvia (Poesía, 2009), preparadas por Eduardo Villegas Guevara. Autor de los libros Alguien ahí en la oscuridad y otras trece narraciones (Editorial Universidad de Antioquia, 2003), Palabras del apóstata (Poesía, 2006) yParvulario de Náufrago (Poesía, Editorial Caza de libros, 2010). En el 2009, Buenos Aires, Argentina, aparece su libro Opiniones de un fumador de cebolla y otros anarcorrelatos.

 

ENCADENADO


Atado de pies y manos al cantil de las edades,

Fuera de toda componenda,

Exhorto la metáfora.

 

Es apenas natural que alguien,

Cualquiera en su  pináculo,

Niegue la raíz de mi existencia.

 

De ser afirmada,

De ser yo según la providencia del juez omnipotente,                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      No rejuvenecería en mi destierro.

 

Los buitres no visitarían mi fuerte de almácigo.

Los dioses —esos presuntuosos—

Ocultarían la luz del poema a los mortales.

  

LA GUERRA DE ARQUÍMEDES

 

Sea mi corazón punto equidistante entre el amor y el reproche.

Olvida los altercados del mes,

Las cuentas todavía sin pagar,

Las promesas incumplidas,

Las supuestas  infidelias de los jueves en la noche.

Ten presentes los capítulos dejados de leer,

Sobre todo la defensa de Arquímedes, el inventor,

Cuando aterrorizó al ejército romano.

Era él quien conducía los ataques desde la muralla.

El pobre Marcelo no sabía de poleas.

Era él —Arquímedes— el único que merecía

Un sepulcro guardado por una esfera y un cilindro.

¡Eureka!, mi amor, dame un beso y apaciguaré el mundo. 


 HOLA Y ADIÓS
 Uno viene a la vida cualquier día del mundo

Viene a ver las mutaciones del crepúsculo

El primer árbol

La primera gota de rocío

 

Viene a estudiar el alfabeto de los muertos

A escuchar música

A oír el descomunal ruido de las máquinas

 

Despide a los viajeros en los puertos

Cosecha triunfos

Paga los impuestos

Y no está por demás tener un hijo

 

Se alejan los arrullos con el postrer aleteo de los pájaros

Viene a ver del amor los desencantos

Al hijo que se aparta

Y una larga cadena de hospitales

Queda la sensación de que nada ha pasado

Salvo la sombra detrás de la ventana 

 

 PERSISTENCIA DE SÍSIFO

 

En los árboles rosados frente al amarillo edénico de la llanura,

En el verde azul de los caudales de la selva virgen,

En el rojo intenso de las arenas ondulantes,

                                          Destila el sudor.

En las espirales de hierro alzadas sobre miles de generaciones

                                                                 Sedientas de estrellas,

Como si el destino marcara cada huella del pie de los aventureros,

Y a su paso vertiginoso dejara la mella del castigo.

Se alzarán otros brazos de piqueta y machete,

Vendrán otras espadas portando la resina de los montes,

Y las aspas rociadas de lágrimas estarán ahí.

Como Sísifo, la especie no podrá soportar la maldición de los arúspices.

 


  ESTAMPIDA

 

Mi hermana y yo venimos

De los cantones del odio.

Tierra de Aholá y Aholibá.

De Omirí y de Josafat.

 

Allí el trigo se niega a florecer.

La caña y el café

Pudren en las encías

De la gula y la codicia.

 

Venimos de los incómodos parajes

Del vientre de la ortiga.

De la madriguera de los cardenales de dios,

Donde una turba neosurrealista

Abofetea a las nietas del Ibis.

 

De los fríos inviernos del espíritu,

Emasculado por la toxina de las víboras.

Cantemos,

Cantemos al asilo de los fugitivos.

Mi hermana y yo venimos

De los cantones del odio.

 

                               MAREA DE VERSOS

 

Aparecieron un poco después

Del meridiano menos propicio,

Detrás de la sesera y la sotana

Del padre Malaquías.

 

Irrumpieron como los cuervos

O como los árboles,

Pletóricos de péndolas y pámpanos.

 

Venían en formatos acrisolados o no,

Endurecidos en sus bordes.

Raídos,

Sucios,

Moribundos.

 

Sin ser caballos, acémilas o grifos,

Portaban en sus lomos la llave misteriosa.

 

Ábrete Sésamo…

 

Eran nostálgicos y alegres.

Eran indefectiblemente abejas zumbadoras

En la marea del éxtasis.

Se dejaban recortar

En periódicos estropeados y revistas de moda.

Aposentados en paredes de grafito,

Nos imputaban su belleza.

 

Eran barcos,

Angarillas,

Heliotropos.

 

El padre Malaquías

No pudo contenerlos.

Arrojados sobre la ciudad,

 

Nos excedían.


             Cuentos y relatos breves :  FACETAS DE UN POETA COLOMBIANO ACTUAL 2


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