CAPÍTULO DE LA NOVELA “LOCOS TOPOS PARALELEBÍPEDOS”.
CAPÍTULO DE LA NOVELA “LOCOS TOPOS PARALELEBÍPEDOS”.
DI ECISIETE
...morder la noche...
por José Martínez Sánchez
Como arúspices de pueblos míticos se dejan guiar por Ésper en clave de pregunta cuando van trepando por Maracaibo (e inclusive aunque permanezcan sentados frente a la estatua del cubano Manuel del Socorro y las hojas viajen en deambular recostadas al lecho del viento si es tarde y no amenaza sudor de canícula como más o menos se presenta el clima en estos días aunque no tanto en los inmediatos anteriores el hombre tiene en el mejor de los casos la prelación) o dando vueltas alrededor de no se sabe qué por ser lo seguro en estos casos definidos por sus variantes de irritabilidad empiezan a provocar su capacidad de aguante y él se da a la tarea de reconstruir el pasado período a período detallando el aspecto de la educación tipo siglo diecinueve y una vieja locomotora urra a lo largo de los rieles de la memoria y de la guerra de los mildías recuerda al Teniente Líchigos robando gallinas y a Luis Tejada diciendo muchachos es hora de ir a la tinta porque una canción nos espera al final de los días y a Vargas Vila disparándole poemitas a una maestra vanidosa en eso de anidar con mozalbetes radicales o de prestarse en cuerpo entero a los fantasiosos del futuro que alguna vez imaginarían sus caderas junto al pizarrón donde dibujaba una letra aprendida como arte de imitación borrado generación tras generación hasta convertirse en escritura nerviosa de un Ésper condenado a la página torturante a la hora de alargar la memoria como telescopio dirigido hacia los paisajes de una ciudad otra en los días de fusilamiento para hacerles comprender que detrás de las poleas del progreso hay una historia oculta un hito cargado de significado una tradición fundadora de circunstancia como consecuencia repite hasta la saciedad en La Boa cuando eleva la copa de licor a la altura de la cara de Arley quien lo mira malicioso en actitud de aceptación del brindis ajeno al reclamo sobre una literatura que debe entenderse como acumulación de textos empastados para la circulación restringida vista la desaparición paulatina del editor en estos días pues Mito Guillaume no exhibe pinta de man dispuesto a lanzar desde la torre Coltejer la última producción colombiana y frente a esta posición Arley escoge rampa para deslizarse de punta a cabo vadeando las protuberancias del planteamiento a ver si entre todos encuentran el código común que sería escribir porque se tiene la convicción de la faena suponiendo el papel del escritor similar a la corrida donde vencer se torna imperativo categórico o de qué otro modo identificar una función bastante lejos de ser comprendida por la humanidad de fin de milenio alimentada con la pastilla del producto desechable y faltando exactamente dos segundos para que Arley termine la chupada intensa a su cigarro aparece en escena Evercardo esgrimiendo su olfato poético reflejado en la lectura simultánea de Los Desposados de Barba y Los de Abajo de Azuela de donde extrajo con lupa a Valderrama personaje para luego interrogar si todo es coincidencia o remonta a la concreción histórica de un guerrillero con demasiada presencia en el ejército mexicano de la época de la revolución pero como ni Ésper ni Arley vuelan por esas nubes solicitan evadir la pretensión distractora hasta nueva orden porque en ese instante llega Billy repitiendo Malena canta el tango como ninguna como ninguna y ante la insistencia de Arley el negro se transforma en sumo pontífice de la voz marcada con el acento grave de duendes milenarios y los proyecta a sueños de negritos dormidos que mi mama está en el campo y media botella de guaro no es suficiente para llenar las ansias de morder la noche tan alta y tensa como los tiempos transcurridos mientras Ésper grita con probada frecuencia Cabrera Infante Cabrera Infante hasta caldear el ambiente y hablar de la disidencia sonada en medios intelectuales que distantes del pasado remueven retruécanos mortíferos contra Cubita la negra bella donde soñar otra vez será el emblema por todos esperado si han de atender a la ilusión de los poetas lampiñoamericanos al escribir textos frontales contra el papitalismo una vez alcanzada la experiencia crítica con relación a un sistema en ocasiones censurado por el mismo Papa que no necesita dejar de ser papitalista para borrar con la mano santa las andanzas imperiales en marejadas de plumas vistosas de faisanes con las que suelen adornar a las reinas del mercadólar controlado por intonsos de aquí a la Meca si habla el ministro si no se raja si la prensa por sensación demanda la respuesta instantánea en vivo y en directo dirimiendo direcciones dictadas a destiempo contradiciendo quereres estatales de limitados poderes en términos geopolíticos geopatéticos geopayasos geoperipatéticos patos les campanea el ivanísimo Iván antes de servir el ofrecimiento de la media noche a fin de interrumpir el hallazgo de Ésper en un viejo libro donde un historiador de nombre olvidado refiere lo que hacían los traficantes de esclavos en alta mar con los negros a quienes escogían de mayor a menor diciendo se quedan sólo los que tengan fuerzas para trabajar y niños y mujeres y ancianos fueron a parar al buche de los tiburones y los aquí sentados miran en forma burlona al negro Billy quien acaba de ver en la pantalla de la imaginación a su amigo el buen Coñazos con la espalda mojada de sudor y la mano soplada sobre el rostro de una mujer histérica dentro de un taxi rodando a toda velocidad rumbo a la glorieta de la ochenta y cuando Ésper cierra el episodio agrega Billy me salvé de la que me iban a hacer esos hijos de puta.