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* CHEMIN SCABREUX

 "Le chemin est un peu scabreux

    quoiqu'il paraisse assez beau" 

                                        Voltaire 

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Publié par VERICUETOS

La nostalgia del politeísmo

 Por  Julio Olaciregui y Fabiola Beltran


Jacqueline de Romilly vive en un apartamento luminoso del barrio Passy cuyas paredes están cubiertas por su biblioteca, tapizadas de libros de la colección Budé y por una gran parte de lo que se ha escrito en el mundo hasta ahora sobre la Grecia del Siglo V antes de nuestro calendario.

 Con respeto se le dice “madame de Romilly”, porque tiene 95 años, porque es una profesora de cabellos de algodón plateado, pero se le podría llamar “la pasionaria”, “la dionisiaca”, alguien que sonríe aún con malicia cuando evoca el amor de Pasifae por un toro.

Ella es una apasionada de Tucídides y de Esquilo. Su cuerpo frágil y menudo, de profesora jubilada, especialista en griego, conserva aún una potencia intelectual que uno alcanza a captar a través de su voz y su memoria sobre los textos. Se proyecta como una inmortal hacia un futuro que se abre ante nosotros cada momento, en la lucha por una mayor democracia en el mundo, pero también en los sueños de los niños cuando hablan de “coreografía” o “armonía”.

Del estudio de sus libros antiguos, que han “gastado” sus ojos, como ella dice, el intelecto y la pluma de Jacqueline de Romilly, en sus libros sabios y en sus cuentos, nos ofrecen, nos legan un entusiasmo por el pensamiento y la belleza de la expresión. Su semi-ceguera y su manera de hablar nos hacen pensar en Homero, en Borges.

  

-Toda una vida con los griegos… ¿Cuántos años ha dedicado a estudiarlos?

-¡Oh! Es muy complicado para mí hacer cálculos, pero hace más de setenta años, y yo dicto conferencias, todavía enseño, pero allá… en el Colegio de Francia mi curso se llamaba Grecia y la formación de las ideas morales y políticas, y actualmente pienso que muchas de las ideas, los valores, las reflexiones sobre la política, parten de la reflexión griega y podemos seguirles su evolución en el tiempo, esa era mi enseñanza.

 

-¿Había políticos entre sus alumnos, ex ministros o diputados que seguían sus cursos?

-Realmente no, ustedes saben que forzosamente no son las mismas personas las que se interesan en las ideas políticas, en la reflexión y en la acción política, tal vez diría yo, desafortunadamente… los griegos inventaron la democracia y la norma, hablan de ello… así son los griegos…no digo que no haya gente que haya ensayado ideas de ese género en otros países, sino que los griegos tuvieron la originalidad de querer explicar, de querer entender y decirlo, decirlo de una manera fuerte, que nos impresiona, y aún de manera simple, porque era el inicio, era verdaderamente el inicio de nuestra cultura occidental.

 

-¿Dónde ubica usted la cultura griega ahora que las personas quieren poner en duda la herencia de Occidente?

-El recurso a la cultura griega es total para mí, la ubico en todas partes, por supuesto… desde mi punto de vista es necesario distinguir dos niveles: cuando hablo de la enseñanza, de los alumnos, de los jóvenes, de los estudiantes, la cultura griega les da el punto de partida del pensamiento, les obliga a interrogarse, pero en términos claros, siguiendo el impulso de esa gente cuyo objetivo era descubrir las cosas.

Pero si tomo la cultura en general, es decir, las personas que son adultas, formadas, pero que leen en sus casas, y bien, allá, eso tiene una influencia, pero diferente, mucho más enriquecedora en análisis, alguien que ha reflexionado sobre la idea de la libertad, por ejemplo, o la idea de poder, o la idea de violencia, y bien él se dice: He aquí lo que fue el origen, eso ha tenido tal influencia, yo la encuentro en tal autor, y es una especie, en este momento de alimento intelectual preciso nutrido por sus mismos textos… nosotros hablamos de política, por ejemplo: todas las obras que están inspiradas ahora en las Leyendas de Grecia Antigua, por los personajes de la epopeya o de la tragedia, que nos entregan tragedias o novelas o películas… naturalmente no es el mismo pensamiento, hay una transformación, ha habido una evolución, los mismos géneros han cambiado, pero esos son signos humanos que se presentan al mismo tiempo en todas partes y que puedan volver a ser útiles, inclusive para un pensamiento un poco diferente.

 
-¿Piensa usted que la gente de hoy día se interesa en los mitos griegos por caminos diferentes?

 -¿Qué los mitos vuelven? No…, yo no diría eso, perdóneme, pienso que existe la necesidad de buscar caminos diferentes, de todas maneras con la psicología de nuestro siglo, de nuestra época, se leen las cosas diferentemente, se les interpreta de otro modo, inmediata, espontáneamente, no hay necesidad de hacer el menor esfuerzo, el esfuerzo es más bien para encontrar el primer sentido de lo que hay que hacer… Y por otra parte… estoy impresionada por una cosa, sobre la cual todavía estoy trabajando: los mismos autores griegos habían escogido en los mitos ejemplos de las conductas humanas. Ellos no habían insistido en las tragedias, por ejemplo, en el aspecto monstruoso, terrible, inverosímil, milagroso, de las historias, de los grandes mitos pasados, mientras que ahora estamos en un momento de la civilización donde primeramente se quiere mostrar todo, se tienen los medios para mostrar o sugerir, y estamos, tal vez, en una civilización donde la violencia y lo irracional tienen su lugar. En tal caso se reconoce, se insiste mucho más en el aspecto propiamente mítico, sobre el aspecto de leyenda extraordinaria, más que sobre el aspecto humano, algunas veces.

 

-Actualmente también se habla de una reconstrucción de lo sagrado, Dios no existe, o a medias, hay todo este cuestionamiento que se hace la gente de ahora… ¿Cómo se presentaba en el tiempo de los griegos? ¿se puede volver a la antigüedad?

 -Pienso que jamás se vuelve totalmente a lo antiguo… si yo predico por la enseñanza del griego, para volver al griego, es para encontrar un impulso, una fuerza y sistemas de pensamiento, pero no para ponernos a pensar, a vivir exactamente como en esa época. Entonces a propósito de la pregunta de lo sagrado, usted sabe cuán difícil es hablar sobre ello…nos preguntamos si los griegos creían en sus dioses, etcétera, de hecho: el politeísmo tiene algo muy bello y seductor, y tengo la impresión que facilitaba la tolerancia… se podía acoger a un dios como a un invitado, que se asemejaba, era el equivalente, de un dios egipcio, el egipcio y el dios griego, se encontraron equivalentes en la religión griega, era real y se practicaba, aun cuando todo el mundo no fuese creyente todo el día. Ha habido una evolución hacia una religión más pura, sin todas esas leyendas, justamente, que poco a poco, con Platón y todas las filosofías que le han seguido, encaminadas hacia una cosa parecida… preparando el cristianismo… claro esto planteado en esta forma, si se pregunta ¿qué es lo que la gente creía? pienso que la pregunta también es bastante difícil si se hace ahora ¿toda la gente cree completamente en la misma cosa?. Yo estoy segura de que no… hay una aspiración a lo sagrado… y la diferencia, con respecto a lo sagrado en los griegos, era que eso estaba muy cerca, se podía producir un encuentro con un dios, ahora eso no nos ocurre muy a menudo …

 

-Para tratar de encontrar una salida al mundo violento en el que vivimos, se habla a veces de un retorno al paganismo… ¿qué cree usted?

-Eso depende a lo que se llame paganismo… considero que en nuestro mundo, donde no hay muchos valores vivientes, la gente se refugia en las sectas y las supersticiones, es cierto, eso ha existido siempre, pienso que en efecto hay, puede ser, un nuevo periodo, pero yo no llamaría a eso una vuelta al paganismo,  ¡ah no!... no se es por lo tanto fiel de tal o cual dios, griego o romano, o como también venidos de otra parte. Hay, me parece, un debilitamiento de la fuerza interior, de la esperanza, de los valores y puede ser, lo mismo para muchos, de la fe, entonces se reemplaza eso como se puede, y eso no me alegra.

 

-La palabra y los gestos pudieron servir a los griegos, a través de la tragedia, por ejemplo, para representar su mundo de violencia, la lucha por la democracia ¿cree usted que haya hoy día un espacio para la palabra, o una incapacidad para expresar el mundo en el que vivimos?

-Usted me hace ahora una pregunta bien profunda y será necesario que yo sea una vieja adivina del mundo antiguo para poder responderle… quisiera quizás, poner en serie las preguntas, es la segunda vez que usted me habla de la violencia y yo escribí un libro que se titula Grecia antigua contra la violencia… me pareció magnífico que en ese mundo donde reinan las violencias -del mito, en particular- donde reina la guerra, casi todo el tiempo durante el siglo V fue de guerra, y ha deplorado la guerra, pero la ha aplacado, todos los textos, verdaderamente todos, han reconocido los horrores, concluyendo en el sentido de poner fin a la violencia, por una pacificación, por una reconciliación…vea La Ilíada que se termina con funerales en los dos bandos, los dos hombres que lloran juntos…La Orestiada, la gran trilogía de Esquilo nos muestra dos muertes sucesivas en la familia, y en la tercera pieza, que se olvida bien a menudo, Las Euménides, muestra la institución de un tribunal donde se va a juzgar en lugar de continuar la serie de venganzas que constantemente se presentan; sea por la expresión de la piedad, sea por este descubrimiento de un medio de conciliación, un llamado a este rechazo de la violencia… es por lo tanto más impresionante que los mitos que están llenos de violencia y que se ha borrado esta violencia para informarnos y trasmitirnos, argumentos, imágenes, proposiciones ideales que en los hechos nunca se realizaron en un pasado lejano; aunque la cultura griega no era una cultura de crueldad, en absoluto, en relación a las otras... no es por azar si la palabra que quiere decir “no habla griego” en todas nuestras lenguas, en todo caso en francés, la palabra “bárbaro” también quiere decir “violento”, “cruel”, etcétera,  y quiere decir “no griego”… y había en Atenas, en general en Grecia, lo que se llama las leyes no escritas, leyes de la conciencia que llegan a aplicarse en el seno mismo de la guerra y obligaban a prohibir la violencia, en ciertos casos a suspenderla. No se debía golpear bajo ningún motivo a un hombre que se rendía… o golpear a un hombre que se refugiaba cerca de un dios, pero los ha habido a pesar de todo esto, y el griego es sin embargo la lengua, yo lo he dicho muchas veces, perdóneme por repetirlo, donde la palabra “xénos” quiere decir a la vez “extranjero” e “invitado”, “amigo que se le recibe por hospitalidad en la casa de uno, con quien se hace amigo”, es la misma palabra… entonces, hay ahí una tendencia que no se puede negar, tal vez he insistido mucho sobre este aspecto, pero desde mi punto de vista, demasiado, así… yo me explayé sobre la violencia pero usted me habla del poder de la palabra…

 

- Usted dijo: la palabra llega a ser un arma, la bella arma para luchar contra la violencia…

- Sí, si uno la emplea bien, pero si es para decir “combatamos”… la palabra en si misma no vale lo que vale el pensamiento, la inspiración, el valor, etc., el alegato está animado por el pensamiento…, entonces decirle si la palabra tiene el mismo valor ahora… creo que en estos momentos sufrimos un poquito porque hay demasiadas palabras que no se controlan; es decir, como cada uno se expresa. Hay periódicos que se pelean y la disputa no va en el sentido del rechazo de la violencia, es una diversidad, acusaciones, mentiras, a menudo, lo mismo pasa en el periodismo. No me parece que eso sea la influencia de la palabra que haya disminuido, pero usted comprende. En la Grecia antigua podían mentir, podían entregar falsas noticias, todo lo que querían, pero la palabra era una cosa importante, el escrito era una cosa de prestigio, existía una especie de responsabilidad, y más aún todos estos textos que tenemos, sean ellos textos políticos o textos de teatro se dirigían a todo el pueblo, se asumía la responsabilidad de un pensamiento, eran buenas condiciones para el inicio, eso es lo que pienso. Estoy segura de que ahora hay una cantidad de excelentes alegatos contra la violencia, como películas y obras de teatro, pero estan tan mezclados con muchos otras cosas... La televisión muestra la violencia, pero con la televisión la gente no sabe si es realidad o ficción… el teatro griego está lleno de evocaciones de la violencia, pero se prohibía mostrarla, la gente no moría jamás en el escenario. Hay un solo ejemplo, el de Áyax, en toda la tragedia griega no se muere sobre la escena, no se presentan batallas en la escena, hay una especie de pacto, esto es inclusive con los mismos héroes salidos de los mitos, de los grandes personajes, no hay un espectáculo de la violencia... Recuerdo haber visto una representación de Medea donde Jason y Medea se daban palmadas y puñetazos, esto es impensable para un griego.

 

-Usted dijo el otro día que el camino que ha emprendido el mundo la aflige…¿qué es lo que le aflige hoy?

- ¿Lo malo que encuentro? muchas cosas… . Naturalmente lo peor que veo, y nadie me seguirá para catalogarla en el primer lugar, es la crisis de la enseñanza del griego; pero pienso que la crisis de la enseñaza del griego esconde un mal mucho más profundo: la crisis de la enseñanza literaria en general, de la lectura de las grandes obras, del retorno a las grandes obras, del sentimiento de la belleza, de la emoción, de la herencia que se recibe por intermedio de la literatura. Pero eso va mucho más lejos, porque esta crisis refleja la crisis del pensamiento, de la sensibilidad. Esto me impresiona mucho, yo vivo en contacto con la ciudad griega, que naturalmente fue una pequeña sociedad. Esto es conocido, pero donde la gente tenía el sentido de la solidaridad, del bien común, la ciudad eran ellos, y ellos se sentían orgullosos y no  revindicaban tal o cual libertad con respecto a la ciudad,  sino gracias a la ciudad... ahora me parece terrible que eso haya desaparecido. Todas esas crisis económicas, sociales tienen grandes justificaciones, sin embargo, ellas denotan al mismo tiempo el rechazo de considerar que el Estado somos nosotros, si me permite, es nuestro bien, el bien común, uno es responsable, yo cuento a veces una historia que es ya  antigua; la de un profesor que yo conocía que le había dicho a un director de escuela: “Un alumno rompió voluntariamente los cristales de la clase, los “vidrios”, y el director le contestó “¡ah! Señorita, olvídelo,  no son sus “vidrios”… pero sí, sí eran nuestros vidrios ¡y los vidrios de él!. Es necesario tener un poco de sentido. Lo digo en forma material, pero va un poco más allá de eso…quiere decir, eso implica una especie de… en lenguaje cristiano uno diría amor ...de confianza recíproca, de sacrificio mutuo, y ¡de una fuerza común!. Y eso, me parece el mal más grande; cada uno tira para su lado.

 

-¿Piensa usted que la sociedad actual sólo sirve para la lucha de los poderes?

- En la ciudad antigua había cierta lucha por el poder, desde luego; había siempre luchas y tendencias diferentes…pero precisamente, si tomo mi autor favorito, que es el historiador Tucídides. Él habla de esta evolución de la ciudad y señala que en tiempos de Pericles, que hacía todo por el bien común, con autoridad, porque él era muy superior, todo funcionaba maravillosamente bien. Después, los jefes que se sucedieron lucharon para lograr ser los primeros y entonces las ambiciones personales hicieron que no dieran los buenos consejos, daban los consejos que le agradaban al pueblo; resultado: muchas catástrofes y la derrota. Vea usted es el género de análisis que puede hacer un historiador como Tucídides que puede aplicarse a cualquier periodo. Cuando yo cito un pasaje como éste, todo el mundo encuentra equivalentes en la historia reciente de este u otro país; de hecho es porque va directo al fondo… No pienso que uno vaya a adquirir la sabiduría de esa manera, leyendo a Tucídides o que todo el mundo se vuelva razonable. No, esto no lo pienso pero considero que  si la juventud ha estado en contacto con esa época de reflexión, que es diferente a nuestro tiempo, pero a pesar de todo con elementos comunes, pues bien, se pensará mejor, de forma más mesurada, más razonable, más tolerante, de eso si estoy convencida.

 

-¿Es usted pesimista u optimista en cuanto a nuestra época?

-le voy a decir una cosa, la verdad: me considero muy pesimista, pero cada vez que hablo en una conferencia, o ante alumnos, en cualquier parte, me dicen: ¡ah cómo es usted de optimista! y sin embargo digo lo que pienso…esto quiere decir que encuentro la situación actual inquietante y llena de peligros; sin embargo, sigo confiada en las posibilidades humanas de empezar de nuevo, de erguirse; con la ayuda del pasado inventar algo mejor…el arranque es siempre posible y algunas veces llega muy rápido.

 

-Pienso que eso la caracteriza Madame de Romilly, usted ha tenido en su vida encuentros que la han ayudado a salir adelante, pensamos sobre todo en el periodo de la guerra…usted retiene de esos años de ocupación, de esa vida difícil, la generosidad de la gente...

-¡Sí! Sabe usted, la vida depende mucho de la gente, del entorno... mi infancia debía ser desequilibrada y triste, pues mi padre murió en la primera guerra cuando yo tenía un año y no tuve hermanos, entonces mi madre permaneció sola conmigo y de hecho no tenía dinero. En principio esas eran malas condiciones de partida…y, a pesar de todo tuve la infancia más feliz que uno pueda imaginar. Mi madre se ocupaba de mí con ternura, nos entendíamos muy bien. Cuando me instalé en este apartamento donde nos encontramos, ella tenía un estudio en el piso de abajo, ella hacía todavía todo por mí… les he hablado de Tucídides… mi interés por Tucídides nació de un regalo que ella me hizo, y toda mi vida estuvo esclarecida por su ternura… bueno, debían haber sido condiciones dolorosas… pero de hecho fue un momento feliz, después vino la segunda guerra, me encontré particularmente afectada por las dificultades, los peligros, pero al fin nada me ocurrió… y bien, debo decir que a pesar de los temores, a pesar de los lutos, a pesar de los dolores, tengo un recuerdo de esos años como de una iluminación, justamente por la esperanza común que había, la gentileza de los unos con los otros para ayudarse y que ahora no encuentro tanto… sabíamos lo que aguardábamos, lo que esperábamos año tras año, y por fin lo alcanzamos… en fin… lo importante es sobre todo saber lo que uno espera, y aferrarse a ello… es algo muy importante...

 

-Usted ha tenido todos los honores, la Academia Francesa, el Colegio de Francia… y para escapar de la “atmósfera gris y monótona de la gloria”, como usted lo dice en alguna parte…usted decidió escribir…

-No, no es así del todo… no es que yo haya decidido ponerme a escribir, sino que fui profesora de griego, técnica en griego, si así lo puedo decir, lo que yo sufrí en este escritorio durante jornadas enteras, días traduciendo para dar el último toque, verificar con los editores en muchas lenguas,  gastando mis ojos, tanto que ahora ya no veo, y luego, y de pronto percibí que mientras yo hacía todo ese trabajo la base me abandonaba, porque el griego disminuía en las clases, había una especie de abandono y entonces me dije que no podía dejar pasar eso, cuando uno piensa que una cosa es bella y útil es necesario defenderla… y entonces escribí libros sobre el griego, más que todo para el gran público, mucho más legibles, y además como estaba con Bernard de Fallois, un editor, fui inducida a escribir cuentos… le digo que…este cambio de piel fue sugerido por las circunstancias… pero soy profesora de griego antes que todo… lo que ocurre ahora es que como no veo, ya no puedo escribir nada técnico porque no lo puedo verificar, no puedo encontrar el texto, no puedo leer artículos, no es muy cómodo el no poder ver, en absoluto.

 

-En la cultura griega usted lo evocó hace un momento, también había exclusión de los extranjeros, a los que se les denomina “metecos”, hay textos que hablan de esto. ¿qué comentario le inspira…?

-Sí, un comentario de protesta porque nosotros le hemos dado un significado desfavorable a la palabra “meteco”, en el sentido de “advenedizo”, cuando esto quiere decir simplemente “que habita con”, uno puede decir los extranjeros domiciliados, si usted quiere, es exactamente un sinónimo sin nada desfavorable, pero uno no puede decirlo, usted me comprende, para darse cuenta de lo que es la ciudad griega uno no puede decir que ella había excluido a los extranjeros, los domiciliados, las mujeres, los esclavos…A la hora actual la moda es decir, vea es horroroso, en la época de los griegos no existía el derecho a voto para las mujeres… el derecho a voto para las mujeres no existía cuando yo era joven, entonces ha tomado un poco de tiempo para inventarlo, no podemos pedirle todo a los griegos… notará usted que muchas de las tragedias llevan el nombre de heroínas, no de héroes, y que después de todo Aristófones escribió piezas como La Asamblea de Mujeres, o Lisistrata, donde el sueño es una cosa un poco rara, una forma de ciudadanía que abarca a las mujeres y donde las mujeres serían preponderantes… Platón enseguida pide una educación semejante para las mujeres . Existían pequeños empujones, pero tomando todo en conjunto no, desde luego no habían verdaderamente intercambios… eran ante todo los ciudadanos, la verdad es que no se excluían, ellos crearon un grupo cerrado que eran los ciudadanos…yo digo que ellos se sentían responsables, tenían el derecho a la palabra, etc., pero eso se comprende dentro de sus condiciones, eso no era una cosa que se compartía… los extranjeros domiciliados eran bien tratados, ellos podían ser extremadamente ricos, pero esta noción de ciudad, dentro de toda su fuerza, tiene necesariamente limitaciones.

 

-Yo quiero preguntarle su definición sobre mito y qué es el mito en relación a la historia…

-La historia propiamente dicha sólo comienza prácticamente con Heródoto. Han existido algunos antecedentes perdidos, aún plenos de leyenda. La historia comienza con Heródoto, es decir, comienza con la historia de Las Guerras Médicas al comienzo del siglo V, antes, todo lo que era mito y poesía se trasmitió oralmente hasta el siglo VIII, y después escrito y comunicado, pero eran las leyendas, el mito. Bueno usted ha citado a Teseo que es un caso que apasiona porque Teseo es un gran héroe ateniense, pero él pertenece en primer lugar a la leyenda, la cosa más asombrosa es que uno lo ve ir a Creta para matar al Minotauro, y ahora bien el Minotauro… bueno esto pertenece a la leyenda y después los amores con un toro, esto no es por lo tanto la historia concreta, correcta y normal…Bueno él pertenece a eso pero  regresa a Atenas. Ahora bien, los historiadores, incluidos los más serios, el mismo Tucídides, nos dicen que en Atenas, Teseo reagrupó las diversas aldeas atenienses y que él se convirtió en rey de una especie de Estado moderno y casi democrático. En las piezas de Eurípides se representa a Teseo haciendo elogios de la democracia… Vea usted, es exactamente el punto de confluencia entre el mundo de la leyenda a la cual pertenece todavía, y el mundo de la historia que se abre con él. Esto es muy muy claro y naturalmente después, el objeto de la historia ha sido separar cuanto más los elementos de la leyenda. Quiero decir que hay todavía en Heródoto episodios que son leyendas evidentes… Tucídides no, él no tiene nada, únicamente es el momento de los hechos… se presenta una especie de desplazamiento progresivo. Considero que es importante hacer la diferencia y distinguir, no tomar por historia lo que es la leyenda, o por leyenda eso que está bien comprobado, pero si uno reconoce los mitos, encuentro excelente que existan los dos. La tragedia griega es para mí justamente mitos y leyendas traspuestas en pensamiento. El hecho que existan los dos unidos le dan la grandeza y la presencia… y lo mismo en la vida mía yo no rechazo para nada que haya un poquito de sueños y milagros… ¿por qué no?... los poetas aún existen si usted me lo permite… la imaginación no desaparece con el pretexto de que uno es razonable...

 

 

Traducido por Efer Arocha

París, 5 de diciembre de 2008

 


Jacqueline de Romilly:  Brillo de antigua Grecia

   Por Fabiola Beltran-Fimat

 

 

 Todos somos únicos, pero la historia de vida de Jacqueline Worms de Romilly, es un caso raro en el mundo académico y de la escritura, en Francia. Un libro de Thucydide, regalo de su diploma de bachiller, cambia su existencia. La lleva por los caminos de la antigüedad clásica griega, le muestra un método de vida. El de la búsqueda de la verdad de los hechos.

 

 Thucydide convertido rápidamente en guía espiritual le hereda “el ver claro” que ilumina toda la trayectoria intelectual de la helenista Más de setenta años consagra ella a su estudio. Es la traductora de los ocho tomos de Historia de la Guerra del Peloponeso, primera obra que cuenta de manera rigurosa y fiel un conflicto armado. El de Atenas contra Esparta. Experiencia vivida por el propio historiador, quien deja, a las generaciones futuras, un análisis escrito hace cinco siglos, que es todavía, una referencia valiosa en filosofía política.

  

Con el maestro de la inteligencia práctica, Jacqueline de Romilly, descubre el gran siglo de Pericles, el siglo de las invenciones. El que creó  y aplicó cinco siglos antes de nuestra era, la democracia. El que vivió el nacimiento de la historia, revelada por Herodoto, madurada con el análisis político de Thucydide. El de la creación de la tragedia. Eschiles, Sófocles y Eurípides, decantan y preservan los viejos mitos. Siglo de la filosofía que ve nacer a Sócrates y transmitir su sabiduría a los jóvenes alumnos, Platón y Xenofón.

  

Un día concentrada en la pasión de la lectura se da cuenta,  -Ve Claro-, que el griego está en retroceso en la enseñanza y es considerado lengua muerta. Sube al escenario de la actualidad y decide defender los valores clásicos en la educación contemporánea. Su batalla por las letras causa risa. Es un combate contra muchos prejuicios. En la enseñanza, la literatura es mal vista y la antigüedad todavía más. Se les ve sólo como los restos de una tradición burguesa y el ideal de una élite, constata la dama con tristeza.

  

Su objetivo son los jóvenes. Explica los errores de la enseñanza. Con el pretexto de renovar todo, se perdió el interés en el pasado antiguo. Su lucha no ha sido estéril. Hoy, son los adolescentes de liceos periféricos los que descubren la tragedia griega en sus textos originales. Los estudiantes pueden conquistar un imperio con Alejandro. Luchar solos en el mar con Ulises, sentir la injusticia con la muerte de Sócrates. Ser asesino y víctima, rey y pobre, maestro y esclavo. Hombre, mujer, niño o viejo. En ese compendio de emociones que es un catálogo de la experiencia humana está el tesoro propio del hombre. Reconocer ese tesoro de la literatura es practicar un psicoanálisis del bien, escribe ella en el libro ¿Por qué la Grecia?

 

Jacqueline de Romilly tuvo que soportar flechazos de todos los lados de la sociedad francesa. Tiene una visión conservadora, dicen sus adversarios. Yo no estoy pidiendo volver a Grecia antigua, repite ella con insistencia y paciencia. Pero es bueno recordar a las nuevas generaciones que todo futuro se construye en función de un pasado que ayuda y lleva lejos. Ahora, sus llamados a los padres y a sus hijos a preservar el patrimonio europeo, ya no son escuchados con sorna. El Occidente necesita nuevos recursos y Grecia clásica ofrece muchos.

  

La carrera de estudiante de Jacqueline de Romilly es ejemplar. Sus hazañas personales se confunden con los progresos alcanzados por las mujeres en este siglo. Fue primera en todo. Es la primera en el concurso de lenguas clásicas en el primer año en que las mujeres pueden  participar (1930). Primera alumna de la Escuela Normal Superior (1933). Primera profesora  del colegio de Francia en la cátedra “Grecia y la formación del pensamiento moral y político” (1973). Primera mujer del Instituto de Francia, elegida en la Academia de Inscripciones y bellas letras (1975). Marguerite Yourcenar, es la primera mujer de la Academia Francesa, pero en realidad es Jacqueline de Romilly, la que introduce la presencia femenina en el exclusivo club masculino del Instituto de Francia. Yourcenar después de su ingreso oficial en 1980, no asistió nunca más a ninguna sesión. En cambio, la helenista, mantiene desde 1988, su promesa de no faltar a ninguna. Impone en “Los inmortales”, la imagen de la mujer, inteligente, sonriente y elegante. Los sastres de colores encendidos en el estilo Chanel, la distinguen tanto como su alegría.

  

No tomarse en serio es una de sus reglas de su vida. Pequeña con ojos pardos y un aire de felina, dice: “Vivo a la diabla”. Sin empleada de servicio ni secretaria privada a domicilio. Intenté ser burguesa pero no pude.

 

Jacqueline David es su nombre de soltera, hija de un filósofo judío muerto en la primera guerra mundial. Es criada por una madre católica, sin familia, autora de radionovelas, que debe imponerse como mujer activa. Es su generación la que batalla verdaderamente por  los derechos de las mujeres. Mis méritos no son grandes. Sólo trabajé duro para que no dijeran: Ah, ya ensayamos una mujer y no queremos otras…todo lo que hice por el feminismo fue ser razonable, buena alumna, constante, seria y hacer ruido.

  

Tesoro, es una de sus palabras favoritas. Y ella posee uno, que es puro prodigio de la antigüedad: su memoria. Es inolvidable la lección magistral de oratoria griega que dio al recibir en la cúpula del Instituto de Francia al escritor argentino, Héctor Bianciotti, primer hispanoamericano en ser elegido miembro de la Academia Francesa. Se podía seguir ese 18 de Enero de 1996, al pie de la letra, el discurso de recibimiento publicado con anticipación por el vespertino, Le Monde. Ni la pausa de una coma faltó. Había aprendido de memoria el texto.  La estupefacción seguida de un silencio contenido se rompió al final de su intervención con un prolongado y unánime aplauso. De pie, el público, rindió con fervor tributo a la venerable dama. Fue ella la que captó la atención ese día y no Bianciotti, el extranjero recién consagrado. Algo entre los dos se rompió con ese discurso, ninguno quería hablar del otro Presagio, en la cúspide de la gloria, tal vez…

  

Parece raro que esa trayectoria impecable no tuviera una resonancia pública, ni el reconocimiento y la admiración de las mujeres. Se ha vuelto un espíritu tutelar sólo en los últimos años. Jacqueline de Romilly sufre en su imagen personal la polarización ideológica del siglo. La que no estaba con Simone de Beauvoir estaba contra Simone de Beauvoir.  Y la entrada en la Academia Francesa acentuó su imagen de “mujer institucional”.


Sabia y no sólo por su erudición. Además de sus libros de humanista, ha escrito una novela y varios libros de cuentos  Tiene 95 años y nunca ha dejado de hablar de la felicidad de las pequeñas cosas. En su último libro, aparecido este año,
La sonrisa innumerable, habla del amor, de la importancia de trabajar juntos en alguna cosa, del esfuerzo común por perseguir el mismo objetivo y en igualdad de condiciones, entregándose completamente, apasionadamente a la cosa buscada, aun cuando sea pequeña. La felicidad no puede existir sino en el  recuerdo.


Jacqueline de Romilly nació en Chartres el 26 de marzo de 1913.


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