Las puertas del alba de Orlando Jimeno Grendi
**Le poète Orlando Jimeno Grendi**
* Arte e Vita Sessuale nascono sullo steso cepo.*
Cesare Pavese *
Hay que hacer el amor a orillas del mundo
( en écoutant aux portes)
libidinales y ceremoniosos, al interior del ojo
Judas sagaz, única puerta que da al infierno :
tabula rasa, cielorraso, a ras de tierra arrasemos
paraísos obligatorios ;
medio a medio dos mundos en este mundo
otro mundo en medio de este mundo,
no hay otro mundo
mundo inmundo ( Mondo Cane )
El mundo Es
Sin más ni menos.
Sus ojos en el quicio del mar, desquicio del amor ;
¡ Valparaíso !
La puerta se abre al puerto : advengo.
Digo, me contradigo, no me desdigo.
Poeta te contradices si dices el mundo es así.
Mar en celo y todo el cielo, otro mundo en este mundo.
La poesía demudada se mide y muda, nos conmueve
(Femina semper mutabile. Virgilio dixit )
Mis pasos se detienen : ecos mentales :
me alejo de este minuto, mi voz me sigue,
mi cuerpo se va de este hemisferio,
del mismo sitio a ninguna parte,
voy a mi próximo pasado, tiempo distinto distante
incesante en su perfección inmóvil
inquieto en su eterno retorno, presunto presente,
impaciente toda forma se deforma en torno
tornan tiempo y mar desaparecen sin contorno.
De sus ojos regresan la sal y el crepúsculo marítimo
el viento de perfil duda en el instante perfecto.
Hay que hacer el amor con la mendiga que desdeña el asedio del monje,
fantasma derivando solemne como un iceberg hacia la edad primitiva
Hay que hacer el amor contra la evidencia del desastre
hasta excavar en el hueso intacto el perro roído por la tierra
Hay que hacer el amor amotinados en la única ola que se desmorona
bajo la epidermis del océano
Hay que hacer el amor contra la rapacidad del olvido ;
en el espacio imprevisto de lo imantado
en el hueco que deja la luz de tu cuerpo visto,
vista de lo vasto,
es el amor, no la muerte, el que nos desviste y desvasta ;
la vida no basta;
el único testigo del hombre es su memoria
Hay que hacer el amor con la flor violeta que Goldmundo acerca al ojo :
examinar el cáliz estrecho, venas y órganos minúsculos,
pelusillas de recién nacido, pudor íntimo de doncella,
disposición ordenada del delicado follaje alrededor del tallo :
¿ cómo no hablar con una flor así ?
decirle: un verso de Virgilio no tiene la sutileza de tu espiral
Se sabe ;
estrechar un cuerpo en los labios de la costa última
allí donde el enigma del mar es más exacto que el número de la muerte,
allí la evidencia del instante nos rescata de la vida eterna
en la eterna vivacidad ;
de la ascesis al goce, del despojo a la lujuria ;
a otros orden y medida
la memoria libertaria nos libera;
pródiga de mar y metamorfosis y materia materna
abres el párpado del sexo, semillero sensible,
disperso páramo en llamas, bajo el peso de los cuerpos,
entras en el reino milenario del deseo,
¿ Oyes el mar con su olor de ojos profusos ?
Celebra las nupcias del acto y la gravidez,
ejerce su oficio de hombre, rescata la tierra de su naufragio ;
los dioses retornarán al légamo de donde vinieron,
danzarán con sus zapatillas de polen dorado,
sonriendo con su boca de sexo sin arrugas,
anfiteatro sin epitafios donde las Moiras imparten su Diké :
Eros hijo de Penia y Poros
tierno tirano espléndido :
prisionero perpetuo persiste
en el gusto animal de la muerte:
su aprendizaje nos devuelve a la vida
Es Venus en el pudridero que nos acaricia entre la profecía y el relámpago
Es Eva profana, amante madre de la muerte y la materia,
fusión y efusión del intelecto y la sangre,
confusión de lo abstracto y concreto, doble faz de la obra de arte,
liberadora del espíritu inmolado en el cuerpo.
Poeta ;
prisionero primigenio.
Eros, al exaltar la vida, afirma el arte más que el destino,
al reloj roedor opone el fugaz imperio de lo impropio,
improvisa en la sepultura de la forma prevista,
la imperiosa respuesta de la precisión.
Hay que hacer el amor al fondo de la ola que muge con el cristal del mar
ventusas incesantes hacia nuestros orígenes sin cesura ni censura,
cuerpos dispersos en el mutismo de los reflejos.
Somos
imagen, historia, evento, evidencia,
animal sagrado;
el hombre sobrevive en el lampo de un geranio o en la apocalípsis de una sílaba.
Hay que hacer el amor audaz en la mano breve de la muerte,
pastora ingrávida, música otoñal, lámpara diminuta,
íntima, materna, amante momentánea,
rosa leve bajo todos los párpados.
Disolución del todo único en el uno múltiplo :
paso y traspaso, una voz y otra vez, eco sin voz,
los reflejos de un cuerpo que no pesan pasan,
nadie aparece sino perece lo que parece.
Ser y parecer ser. Sin enigma no hay arte.
Hay que hacer el amor en un jardín de navajas sorprendidas ;
sílabas entre sableras,
festín de reflejos,
follajes en llamas,
cortar el cordón umbilical ( crimen del poeta moderno) es imposible ;
resucitamos en la vagina materna.
Pugnan cuerpos, nos vemos y vamos con ellos.
La palabra profetiza en parajes desiertos.
La hora vertical abre sus labios de salitre nocturno,
se precipita desde los ojos
hacia el mar que lava sus espadas rubias.
Desnuda sílaba lenta te oscureces en mi frente
oleajes de los cuerpos
nos conjugamos en la juglaría del lenguaje
muchacha innumerable
Eros erosiona entre grupa y testículos la imagen del mundo.
En otro hemisferio, los molinos desaparecen, el viento permanece ;
tus pasos son mis pensamientos ;
tiempo mortal, vegetación de sonidos: la verdadera vida es imaginaria