Poemas de María Helena Giraldo González, poeta colombiana
**Viaje**
Visitaré Jaipur con mis mejores prendas,
del color de la sangre que hierve en mi flor.
Dulce tentación es tu cuerpo, vendedor de especias.
Recorres Benarés ofreciendo tu aliento:
la carne se agita y un río profundo inunda la bahía.
Voy desnuda en tus sueños.
Jaipur es mi destino.
Y si es preciso, iré hasta Calcuta,
para amarte con furia en los ojos de un monje.
Voyage
Je vais visiter Jaipur avec mes meilleurs habits,
De la couleur du sang, qui bout dans ma fleur.
La tentation douce est votre corps, vendeur d'épices.
Vous faites le tour de Bénarès en offrant votre souffle:
La chair est agitée et une rivière profonde inonde la baie.
Je suis nue dans tes rêves.
Jaipur est mon destin.
Et s'il le faut, j’irais à Calcutta,
t’aimer avec fureur dans les yeux d'un moine.
Dádiva
Un recuerdo se vuelve hilo de araña que devela las ciudades primeras, los
monstruos más patéticos, las barbaries que agotaron mis ojos.
He visto a Dios en el prójimo, le he escuchado con voz iracunda y dulce, tan humano, tan mortal, tan hombre como todos nosotros, sudando y con ampollas por las largas jornadas sobre el mundo.
¿Qué no he visto y escuchado? El tambor de la guerra, hombres muertos y
vencidos. La voz de Dios, que es la mía, y que se extiende a la sustancia del árbol y la herida, del camino y las olivas.
Cierro los ojos y me veo en libertad, respirando el aire como dádiva.
Cadeau
Un souvenir devient un fil d'araignée qui dévoile les premières villes,
des monstres plus pathétiques, les barbaries qui ont épuisé mes yeux.
J'ai vu Dieu chez le voisin, je l'ai écouté avec une voix irascible et douce, si humain, si mortel, si homme comme nous tous, transpirant et boursouflant
après de longues voyages dans le monde.
Qu'est-ce que je n'ai pas vu et écouté ? Le tambour de guerre, les hommes morts et vaincus. La voix de Dieu, qui est à moi et qui s'étend à la substance de l'arbre et de la plaie, du chemin et des olives.
Je ferme les yeux et me vois en liberté, en respirant l'air comme un cadeau.
Húmeda hierba
Solo la hierba húmeda como escritura.
La luz de una farola ilumina las calles de este pueblo que agoniza.
Una rosa alimenta el deseo. Quiero calentar tus sueños y besar esa pequeña
cicatriz en tu mejilla.
El absurdo como premisa para existir. La incertidumbre devora los huesos.
No te quiero como un dios infalible.
Te quiero con heridas, un dios fracturado y con asombro.
Une herbe humide
Seulement l'herbe humide en tant qu'écriture.
La lumière d'un réverbère illumine les rues de ce village qui agonise.
Une rose nourrit le désir. Je veux réchauffer tes rêves et embrasser cette petite
Cicatrice dans ta joue.
L'absurdité comme prémisse d'exister. L'incertitude dévore les os.
Je ne t'aime pas comme un dieu infaillible.
Je t'aime avec des blessures, un dieu fracturé et avec étonnement.
Por unas rupias
Como una epifanía veo tu cuerpo besado por el sol
ardiente, la lluvia cae y se queda en los pliegues de
tu camisa.
Despertar de la India está en los ojos, en tu piel
arrecian los monzones.
Alta lluvia me hace gemir en la oscuridad.
Me hago carne cuando te miro.
Quiero que tus viajes sobre mi océano Índico
acrecienten las lluvias de la ciudad rosada, Jaipur
con sus palacios de los vientos. Que visites mis
ciudades interiores y te mojes en las angostas calles.
Quiero comprarte por unas rupias.
Volverte mi esclavo, aunque ame ser libre.
Efluvios
Efluvios de la carne, mi cordillera de pequeñas
colinas, emanaciones en la orilla de un árbol
frondoso, sus raíces hundidas en el suelo mineral
que mi dueño cree suyas.
Una danza ardiente agita el deseo.
Celebran las mujeres con rítmicos movimientos
delante del fuego: rompe mis vestiduras. Este
bosque no es de él, mi sangre te pertenece.
Las demás esclavas envidian mi fortuna, ven por
los ojos del majá, no han visto los tuyos. Si ellas
descubrieran la noche encendida en tus pupilas y
tu torso desnudo, subirían a la zenana como una
necesidad imperiosa de libertad.
Pregunta abierta
Dios es insumiso, es el nombre de todos los nombres que se han repetido en el tiempo.
Es un corazón que puede llamarse Pedro, Judas, una mujer hecha de nubes o una María Magdalena.
Dios hecho de la misma costilla de Adán, Él es Adán y la mujer que se reveló cuando se escuchó a sí misma.
Dios, pregunta abierta donde el hombre recuesta su imperfección.
Oveja que pastorea en tu rebaño y te saca los ojos.
Siempre distinta me encontrarás. Dulce y amarga la carne que tocas. Vino rojo, vino blanco son mis ríos, hija de los eruditos y los ignorantes.
Verdadera y falsa es mi urdimbre.
Araña negra que camina por tu cuerpo.
Cordero que busca refugio en tu guarida.
Dios es un hombre que toca el arpa en la noche oscura
Asombro del hombre, rostro en el espejo.
Un dios borracho y engañoso, de sal y dulce, de luz
y tiniebla.
¿Cómo encontrar a Dios en mi duda,
en el resto de esta noche sin
Estrella?
Dios es un hombre que toca el arpa en la noche oscura.
Lo veo en la voz encandilada de la luna.
La desobediencia de Dios al hombre
es una calle angosta donde la
Palabra se agita.
María Helena Giraldo González
Psicoanalista, poeta y ensayista, narradora, nacida en Filadelfia, Caldas (Colombia).
Publicaciones de poemas y ensayos en la revista Ciudad, meFisto, Universidad de Medellín, Raíz Invertida. Periódicos: Confabulación y revista Virtual Latinoamericana La Otra. Antologías a nivel nacional e internacional.
Libros individuales: Lobos incendiarios (2007) y La Ciudad de tus Ojos (2012), Otro nombre el viento (2018) Pertenece a la tertulia Los Octámbulos.
Libros colectivos: Los Octámbulos I y II
Correo electrónico: malenapoe@gmail.com