Carta de Ramiro Lagos, poeta colombiano
Apreciado amigo y poeta de los testimonios:
He recibido tu generoso escrito que a manera de prólogo, irá a darle un toque de importancia a esta “locura” de darle vida a mi primer libro, hecho que, como es natural, colma una ilusión que he albergado por largo buen tiempo. Quizá la “sana envidia” de imitar, en la lejanía de la distancia, a los que han publicado muchos libros y la insistencia de unos cordiales amigos, me hayan servido de incentivado para este “atrevimiento”.
Gracias por tus generosas palabras. Los amigos zapatocas suelen ser personas muy metódicas y organizadas, dadivosas en el elogio y mesuradas en la crítica. Quienes se atrevan a leer este libro, tendrán la oportunidad de recordarte y decir quizá, que lo mejor que hay en sus páginas es el prólogo. También yo opino lo mismo.
Tu bien sabes que el libro es la mejor medicina del alma. Esta inscripción campea a la entrada de la biblioteca de rey Osimandia de tu querido Egipto.
Tu colega y amigo Rubén Darío decía:
El libro es fuerza, es valor
Es poder, es alimento,
Antorcha del pensamiento
Y manantial del amor.
Un armario de libros es el más hermoso de los jardines. Y un paseo por sus estantes es el más dulce y el más encantador de los paseos.
El escritor y poeta S. y J. Alvarez Quintero decía, refiriéndose al libro:
Amigo de los amigos
Huésped de predilección
Eres amigo y maestro
Confidente y confesor;
Compañero en las vigilias
En la pereza aguijón
En la soledad recreo
Y en los caminos mentor.
Haciendo eco a tus pedimentos comencé a recopilar coplas populares para sacarle un poco de humor a la vida. Muchas de ellas tienen autor desconocido pero esto no les quita la gracia del mensaje.
Hé aquí algunas para que las lleves a tu querido Madrid:
Salió un hombre de un pastal
limpiándose las rodillas
y una mujer las costillas
y lo tomaron a mal.
Moño para él: moño para ella:
Quién fuera alpargata de fique No se haga más ilusiones
Para calzar en tu pie viejito muy mal pensado
Y mirar de para arriba lo que el alpargata mira
Lo que el alpargata ve. Lo tengo muy bien tapado.
A la casa de mi novia Si en esta tierra se diera
a un amigo yo llevaba la mata que llaman telo
y aprendió tanto el camino la pasaría todo el año
que después él me llevaba. Sembrando y cogiendo telo.
Un borracho preguntaba Cordero, cerdo y gallina
si en la otra vida había almorzamos en Apulo
chicha, aguardiente y tabaco y cuando me fui a parar
y si no, no se moría. Me pesaba mucho el cuerpo.
Saludes a Consuelito. Para ella también una copla:
Tu elegante caminar
Es precioso, encantador
Y te puedo segurar
Que un reloj de buen andar
No puede hacerlo mejor!