Entre el deseo de la hipótesis y la sublimidad de la literatura
*Por Efer Arocha
*París 06 de octubre de 2015
Hay veces que uno percibe una necesidad inhabitual de leer algo que ha registrado entre pensamientos para descubrir contenidos, pero la ocasión no llega; era una tarde y disponía de un poco de tiempo que empleé para mirar libros viejos en el Boulevard Saint-Michel. Nada interesante, fue cuando me acordé que Jean Romain había publicado el Bibliotecario, una novela histórica o algo parecido sobre Eratóstenes, quien fue bibliotecario de la célebre de Alejandría. Sobre el astrónomo otros escritores han hecho ficción como Thierry Crouzet, Denis Guedj… El texto de Jean me llama y continué rastreándolo por librerías y fue así cuando me tropecé con un texto ansiado; la novela histórica La Discorde Céleste de Jean-Pierre Luminet, sobre Tico Brahe.
Brahe ha sido de mi interés por tres razones: una, por su empirismo epistémico que lo une de cierta manera a Gaston Bachelard y a David Hume; otra, por el misterio que rodea su muerte, y también porque todo parece ser cierto de haber inspirado a Shakespeare en su creación de Hamlet. Esto sin valorar la realidad de la verdad histórica, si el poeta inglés haya existido como lo llaman, parece indicar que es un seudónimo muy bien guardado que puede ocultar perversidades placenteras siempre practicadas, por el refinamiento por fuera de lo común de la nobleza europea. La tercera es porque Tico es un hilo conductor de los cambios y progresos de la astronomía, empezando por Claudio Ptolomeo con su connotado Almagesto que es un tratado de astronomía, carece de interés si compartimos o no su lógica espacial. Igualmente Hiparco, autor del primer catálogo de cuerpos celestes, y a quien debemos la invención del día en 24 horas, antes de la existencia del reloj. De la misma manera Giordano Bruno, Galileo y Nicolás Copérnico. Hilo delicioso en el desarrollo del saber cósmico; saber que cambiará el destino de la humanidad en forma tan profunda que no estamos hoy en capacidad de prever los cambios radicales que se avecinan, pero lo cierto es que ya empezamos el viaje a las estrellas parecido al que en otrora iniciara Colón desde el Viejo Mundo.
Brahe perteneció a la más alta y rancia nobleza danesa, y hoy sueca; en razón de que su lugar de nacimiento, Scanic, hace parte de la geografía de este último país. Vino a la vida un 14 de diciembre de 1546. El interés de este astrónomo reside en el hecho de la ruptura llevada a efecto en la astronomía y en la ciencia basada en la invención de sus propios instrumentos, los que le permitieron el conocimiento una docena de veces superior a la de sus antecesores, cuyas observaciones las hacían al ojo crudo. Ayudado por los instrumentos, logró demostrar en 1577 que los cometas tenían existencia material y no eran fenómenos atmosféricos de luminosidad. En 1572, sus observaciones sobre la explosión de una estrella gigante, fenómeno conocido hoy como supernova, él puso fin a la idea de la inmutabilidad del cosmos, vigente hasta ese momento, y enunciada desde los tiempos de Aristóteles.
Para quien nos place la imperfección, uno de los toques de singularidad de la personalidad es su testarudez; sea por terquedad, pero yo me inclino a pensar que fue por intereses ajenos a la astronomía. Brahe un gran admirador de Copérnico, y que compartía su concepción, se negó a abandonar el geocentrismo, sacándose del bolsillo trasero un sistema doble que denominó geo-heliocentrismo, donde la tierra permanecía inmóvil en el centro del universo, mientras que los demás planetas giraban en torno del sol. Precisamente su asistente, Johannes Kepler, basado en parte en los materiales que su maestro le dejó al morir, se encargó de echar al cesto de la historia la teoría mixta de Tico, al estudiar y hacer aportes a la teoría de Copérnico del heliocentrismo, donde se afirma que la tierra gira alrededor del sol, al igual que los demás planetas del sistema. Kepler descubre que giran no en forma circular sino elíptica.
La educación universitaria de Brahe se inició en Copenhague, donde pasó con éxito el trivium medieval, constituido por tres materias: gramática, lógica y retórica, conocimientos indispensables a la época para emprender una carrera política. Apartándose de la idea decidió hacer el quadrivium formación dedicada a las ciencias que comprendían matemática clásica, aritmética, geometría, música y astronomía, aprobadas con el más alto honor, bajo la influencia de Fhilip Melanchthon quien inventó el término psicología, defensor de las ideas de Martín Lutero, y ferviente oponente a Johannes Eck, militante del catolicismo; Brahe termina su formación en la universidad alemana luterana.
Como es conocido, noble que se respeta y se tenga aprecio, odia el trabajo material, duerme de día y deambula por las noches, siendo propietario de grandes extensiones de tierra, que aún hoy siguen de moda, la renta del suelo es la que le permite llevar esa vida de zanganería; deliciosa por cierto. El joven Brahe tiene otros programas para su existencia, es entonces cuando le presenta al rey Federico II de Dinamarca su plan científico. El soberano le asigna la Isla de Ven, con jugosos emolumentos anuales, que muy pronto le permitieron construir el Palacio de Uraniborg, lugar de estudio y centro de investigación que a su vez le permitieron la construcción de los instrumentos antes aludidos.
Un suceso ocurrido a Brahe en 1566, resulta interesante para analizar el origen de las leyendas como es La máscara de hierro presuntamente originada en una cárcel francesa de un prisionero sin rostro, nombrado Marchiali, al que Voltaire aprovecha para fustigar el absolutismo monárquico. Sucede que Tico Brahe que era también astrólogo le gustaba hacer predicciones y una de ellas fue la muerte del sultán de Turquía, Solimán el Magnífico. Por motivos no esclarecidos aún, su primo Manderup Parsberg, se enemistó con él y para zanjear el enojo, lo definieron a duelo de espada. En el combate Tico perdió la nariz; para ocultar la ausencia del apéndice, hay quienes dicen que cuando salía de noche se ponía una máscara, y de día una prótesis de oro; sus detractores sostenían que era de cobre.
Sobre la muerte de Tico Brahe se tejen explicaciones fantásticas, como la que él, en compañía del rey, viajó muchas horas, y como sufría de los riñones no pudo efectuar las micciones necesarias, motivo por el cual le estalló la vejiga. Existe la tesis del envenenamiento investigada por sólidos historiadores. Es el caso del medievalista Peter Andersen, director de departamento de estudios alemanes de la universidad de Estrasburgo, que trabajó durante seis años para esclarecer las causas que motivaron la muerte del astrónomo, ocurrida en Praga, capital del santo imperio romano-germánico, el 24 de octubre de 1601, después de una copiosa comida con numerosa asistencia de la nobleza.
El profesor Andersen cuenta que recibió en su oficina a un hombre de talla mediana, de ojos radiantes, cuarentón con aire de un estudiante que acaba de hacerles una jugada a sus maestros, sobre una mesa le extiende las publicaciones más recientes, libros y artículos sobre el tema. De origen danés, germanista y medievalista de formación; él investiga desde el 2004 el misterio del fallecimiento de Brahe. Un día por casualidad se encuentra un manuscrito que duerme desde hace cuatrocientos años en los archivos nacionales de Estocolmo. Se trata del Diario de Erik Brahe, personaje de pasado oscuro, traidor de amigos y de familiares en el conflicto entre Polonia y Suecia, sobrino del astrónomo, quien ha escrito: “Es un libro escrito en clave con un alfabeto en código”, en el cual Erik Brahe anota todos los hechos, incluidos los gestos cuando él vivía en casa de su tío hasta la víspera de su muerte. Texto muy difícil de descodificar y que fue necesario la intervención de uno de los mejores especialistas en asunto de lenguajes cifrados. En base a lo anterior el profesor Andersen hace una reconstitución minuciosa de todos los documentos, y concluye que el astrónomo ha sido envenado por Erik, a pedido del rey de Dinamarca Cristian IV. La conclusión de Andersen nos envía a otro interrogante: ¿por qué motivo el rey ordena el crimen contra un hombre exiliado y sin ningún poder cuyo único prestigio es el de ser astrónomo? Y el mismo Andersen nos da la respuesta: Según él, el rey fue manipulado por Jon Jakobsen. Jakobsen era una persona de sólida cultura literaria, historiador, alquimista, apasionando por los anagramas y de otros lenguajes codificados. Peter Andersen se sumerge en los escritos de Jon Jacobsen y constata que hay muchas pruebas que lo implican en el complot, entre ellos un poema de seiscientos versos que el consejero le envía a Tico Brahe, y en uno de sus contenidos lo previene contra el peligro del mercurio. Andersen anota: “coincidencia o cinismo”, para luego afirmar que es una venganza sobre un nacimiento bastardo, un acto de felonía y continuando con la trama como si tratara de una novela policial, Peter Andersen nos dice que tiene la certeza que fue Jon Jakobsen quien le entregó a Shakespeare todo el material para la trama del drama de Hamlet. Afirmación que dentro de la prueba histórica tiene un asidero; en 1600 las relaciones entre Dinamarca e Inglaterra gozaban de intensos intercambios de todo orden, entre los que se incluye el ir y venir de intelectuales, artistas y eruditos, y de igual manera los correos portaban una nutrida y gruesa correspondencia. Además, los expertos y eruditos se coinciden en la afirmación de que Hamlet está basada sobre un viejo cuento danés.
Brahe es el segundo hijo entre doce que hubo del matrimonio de Otte Brahe y de Beate Bille nacidos en el castillo Knudstrup en Scanic. A muy temprana edad fue adoptado por su tío Jorgen Brahe, a causa de la muerte de su progenitor, y porque el adoptante carecía de descendencia.
La controversia sobre el motivo de su muerte, no se ha podido zanjear, porque los resultados de las diferentes autopsias, a mi juicio, son alterados por intereses enemigos de la verdad histórica; veamos: Con la ocasión del tricentenario de su muerte en 1901, en razón de que existía la duda si los despojos de la tumba correspondían a Brahe, se hizo la inhumación y se comprobó que eran realmente los del astrónomo. En 1991 se hace una segunda inhumación para conocer la causa de su deceso; de los materiales extraídos todos presentan una alta dosis de mercurio. En 1996, el especialista J. Pallon, del instituto de física de la universidad de Lund, en Suecia, estudia las raíces de la barba y del pelo y confirma una vez más las concentraciones letales de mercurio, conclusión que hace aparecer a otros sospechosos, entre los que se encuentra Kepler. Para anular la conclusión de la medicina forense, una nueva inhumación se realiza en el 2010, y ésta comprueba, según los resultados de la universidad Aarhus, dados a conocer en el 2012, que los exámenes hechos de los huesos y los dientes presentan un nivel de mercurio normal en los últimos días de su vida.
Por lo que antes he expuesto, queda claro que estamos frente a un crimen, lo que sigue oscuro es quién es el culpable, los sospechosos son muchos, por espacio no puedo enumerarlos, dentro de éstos se incluyen la iglesia y un hijo de sus amores secretos.
Fuentes:
Jean Sylvain Bailly, Histoire de l’astronomie moderne depuis la fondation de l’école d’Alexandrie.
Prosper Schroeder, La loi de gravitation universelle de Newton à Euler et Laplace.
Peter Andersen, Kunstvœrt, Copenhague, 2009.
Anja Kjaegard, Mercury poisoning ruled out as cause of Tycho Brahe’s death, news de l’université d’Aahrus, novembre 2012.
Jonh Robert Christianson, Tycho Brahe and Prague: crossroads of European science.
Éric Lindemann, Mécanique une introduction par l’histoire de l’astronomie.
Victor E. Thoren, The Lord of Uraniborg: a biography of Tycho Brahe.
Y otras referencias…