Un hombre, Khaled al-Assaad
*por Efer arocha*
París, 31 de agosto de 2015
La primera vez que leí en el mundo de la literatura el sustantivo Hombre, para destacar las calidades humanas de algunos seres del género, fue en 1969 en la obra de la periodista y escritora Oriana Fallaci, que escribió una biografía sobre Aléxandros Panagoulis, autor de un atentado fallido en Grecia, el 12 de agosto de 1968 contra los coroneles; gobierno de dolorosa memoria para el pueblo griego. Ella tituló su obra Un Hombre.
Hoy que me encuentro indignado y triste por el asesinato aleve de Khaled al-Assaad, crimen cometido por Estado islámico, luego de mantenerlo durante treinta días en prisión y someterlo a terribles vejámenes, lo decapitaron en la plaza pública, el 18 de agosto del presente año, por haberse negado a revelar el secreto del lugar donde había logrado esconder parte de los tesoros de la ciudad, entre los que no habían piezas en oro ni en metales preciosos. Khaled al Assaad era arqueólogo de profesión y una de las grandes autoridades mundiales en su especialidad; en su búsqueda de registros descubrió valiosas piezas de gran valor entre las que se encuentran momias de los antiguos habitantes de la ciudad. En el momento de su muerte era el jefe de las Antigüedades de Palmira.
Sus verdugos son individuos que por sus actos destruyen a su paso todo vestigio de civilización antigua y sufren de pirografilofobia como ocurrió con la destrucción e incendio de la Biblioteca de Mosul y otros centros de lectura. Además, de eliminar a todo el que no profese su creencia religiosa, conducta que los coloca como epirobones; es decir, contrario a todo lo humano; tal como lo dijera Jac Lang, ex Ministro de la Cultura de Francia, “Si es que a éstos se les puede denominar humanidad”; ¿De dónde pudo salir este grupo que ha crecido exponencialmente?, ¿quién o quiénes les han aportado su alta capacitación militar?, sus recursos ¿quién? los alimenta ¿qué fuente? Las respuestas a las anteriores interrogantes, hasta ahora están bien guardadas y son un verdadero enigma.
Volviendo a Khaled, la primera pregunta que surge es ¿por qué este Hombre fue más allá de su existencia para cumplir su decisión y palabra de honor de salvaguardar las reliquias históricas de su nación y de su pueblo? Siguiendo la brecha saltan interrogantes por doquier, la de c mo y cuál es el material que forja a los héroes. Hallar una amplia respuesta resulta ser un reto en el ejercicio de la reflexión y una fiesta para el intelecto. Como siempre la carencia de espacio me obliga a sintetizar al máximo. Las personas de esa magnitud, en el primer paso de la confrontación con sus enemigos, se interrogan asimismo. Situación que en el campo del pensar se manifiesta entre el individuo y su conciencia; conciencia que por una parte explica su concepción del mundo, y por la otra la codificación de sus actos; actos que son en últimas el material con el cual la persona en confrontación toma la decisión a seguir. Sobra recalcar, que personajes de estas cualidades están muy lejos de las miserias humanas, como son el interés personal, egoísmos, envidias y todo lo que hace del sujeto un pigmeo. Al escribir un Hombre, para rendir tributo a Khaled al-Assaad, por su coraje y dignidad de no tener en cuenta su yo singular, al inmolarse por la cultura, que no solamente es patrimonio de un pueblo sino de la humanidad entera, se convierte en un símbolo contra la barbarie que lo arrasa todo sin tener el mínimo respeto por la memoria de la especie. El “Hombre” de este espacio no alude a género, sino a lo acrisolado de ciertos seres humanos que en un momento preciso, producto de la necesidad, se dimensionan sirviendo al bien común, donde su ser individual carece de todo sentido.
Como parte de mi modesto homenaje a Khaled, haré una corta sinopsis sobre lo que fue la ciudad de Palmira, de la cual se conoce mediante método probatorio muy poco; empezando por su nombre y fundación. Su nombre actual es de origen semítico. Los árabes en su lengua la denominaron Tadmor que significa lugar de palmeras. En cuanto a su fundación es prácticamente imposible establecer una fecha si uno se guía por la prueba, de lo contrario se cae en el mito, y esto es ya otra cosa. Todo lo que se puede afirmar es que en el 398 antes de nuestro tiempo, cuando los griegos seleúticos, en su primera invasión se apoderaron de lo que hoy llamamos Siria, junto a un montículo de tumbas funerarias establecieron de manera permanente una agrupación humana. El lugar es realmente un oasis del desierto de Siria, ubicado a 218 km. al norte de Damasco.
Posteriormente pasó por un estadio greco-romano el cual ha sido el momento de su más grande esplendor por su pujanza en los intercambios comerciales y el de constituir una ruta obligada para el comercio internacional de la época, situación que la llevó a ser el objeto de una visita imperial oficial encabezada por el propio emperador. En el 129 el emperador Adriano la visitó, siendo sorprendido por su belleza, cultura y riqueza, una de las cosas que más le atrajo su atención y le satisfizo fue la higiene pública que podía emular con la de Roma, como también su ordenamiento de los grupos sociales. Motivado por estas razones ordenó festejos oficiales de grado imperial, y en medio del regocijo decidió concederle el Estatuto de Ciudad Libre, cambiando a su vez su nombre por el de Adriana Palmira. En el 19 se modificó su estatuto Jurídico por determinación del emperador Tiberio, que la integró a la provincia de Siria. Sin embargo, continuó siendo importante porque mantuvo la fuente de reclutamientos al incorporar a bravos de sus guerreros al ejército regular romano. En tiempo de los severos alcanzó a tener veinte centurias que hacían parte de la élite en la primera y segunda línea. Su decadencia fue muy acentuada; en el siglo VI de nuestra era ya hacía parte del desierto, por una contingencia de tipo militar se estableció una guarnición permanente para contener las invasiones persas, razón por la cual volvió a ser habitable, empezando porque se restableció el servicio de acueducto, habitaciones y producción agrícola. Un siglo después fue invadida por los musulmanes bajo la influencia de los califas omellades. En tiempo de las cruzadas dependía de los emires de Damasco; después hay un largo silencio hasta cuando fue sometida a su último saqueo por Tamerl n en el año 1401, y todo parece indicar que a partir de ese momento dejó de ser habitada. Transcurrieron exactamente 290 años por fuera de la memoria humana, hasta cuando por azar fue descubierta por comerciantes ingleses de Alepo en 1691. Su celebridad actual comenzó con la publicación en 1753, realizada por el político y erudito británico Robert Wood, en compañía del anticuario inglés James Dawkins, donde se hace una descripción minuciosa de sus preciosos vestigios arqueológicos. Después de la Primera guerra Mundial, en cumplimiento de un mandato de la Sociedad de Naciones, Siria es ocupada por el ejército francés que instala en Palmira una unidad que construye un aeropuerto; es entonces cuando se inician las excavaciones arqueológicas a gran escala, empezando porque los habitantes fueron trasladados al norte del lugar, en una ciudad moderna para poder destruir edificaciones sin ningún interés. El templo antiguo es completamente restaurado y en esa forma, otras joyas logrando un esplendor comparable a Pompeya.
Un hecho que no puedo omitir por su significación con repercusión en muchos órdenes de nuestras concepciones actuales, es el desempeño de la mujer en el plano político, y en la dirección del estado. En esto Palmira es un hito debido a que una de sus mujeres marcó su historia. Se trata de Septima Bathzbbai que luego de enviudar asumió el gobierno de la ciudad haciendo profundas reformas en el plano económico, político, social y militar, que dieron como resultado convertir su territorio en un centro de verdadero poder. Cuando los persas invadieron Siria derrotaron de manera fulminante al ejército de Damasco compuesto por fuerzas locales y romanas, y también a fuerzas de otras ciudades. Zenobia dirigiendo sus tropas los derrotó estruendosamente expulsándolos de los territorios ocupados, tarea que debía haber asumido el Imperio romano, situación que llevó a Zenobia a comprender el inmenso poder que le había dado su victoria, extendiendo sus dominios a Egipto, Siria, Fenicia, Líbano y llegando hasta la actual Ankara. El imperio romano se encontraba en una crisis permanente e insoluble. Zenobia valora muy bien esa realidad y toma una decisión que nadie en su tiempo se hubiera atrevido hacer: se declara Zenobia Augusta. Significa que a partir de ese momento ella es emperatriz de Roma, uno de los primeros personajes del poder imperial; haciendo uso de su rango comienza a intervenir en los asuntos públicos del imperio. Es entonces cuando comete su error fatal; se subleva contra el emperador Aureliano. El emperador, ante semejante peligro organiza una invasión y derrota a las tropas sublevadas, saquea el lugar y en tenaz persecución captura a la rebelde, la que es conducida prisionera a Roma. Allí logra que le perdonen la vida, ignorándose la forma y lugar de su muerte.
Ya había terminado este texto en el párrafo anterior cuando me llegó la infausta noticia de la destrucción del Templo Baalshamin, construido en el año 27 y ampliado por el emperador Adriano en el año 130; era una verdadera joya de las ruinas. El acontecimiento presenta una serie de interrogantes donde hay dos que no puedo omitir porque me resultan inexplicables. Desde el análisis puramente militar, es incomprensible que un ejército profesional como el de Siria, pueda ser derrotado a tal grado por una fuerza de reciente constitución, al menos que sea un ejército integrado por soldados eunucos. La otra es aún más insólita, me refiero a la coalición de las grandes potencias que poseen una fuerza colosal de destrucción con el dominio total del espacio aéreo, y no han logrado progresos significativos en detener o liquidar al adversario, protegido apenas por vientos de arena. Percibo la sensación que combaten con aviones y aviadores ciegos.
Y para cerrar la tragedia, otro templo ha sido destruido en este momento y en San Petersburgo, Rusia, fanáticos ortodoxos pulverizaron la cabeza de Mefistófeles.
Hoy es un día de luto para el arte y la cultura de todos los tiempos y de todos los lugares.